Albrecht Altdorfer es, en su triple faceta de pintor, grabador y arquitecto, uno de los más reconocidos artistas del renacimiento alemán.
Albrecht Altdorfer (1480-1538), cuya actividad se realizó fundamentalmente en Viena (se le considera la figura más representativa de la conocida como Escuela del Danubio), estuvo inicialmente muy influido por los trabajos de Alberto Durero y Lucas Cranach el Viejo.
El artista alemán introdujo en la pintura y el grabado un nuevo dramatismo gracias al agrupamiento agitado de los personajes, en combinación con diferentes elementos arquitectónicos. La pugna religiosa entre el catolicismo y el emergente luteranismo no es ajena a esta concepción pictórica.
Al mismo tiempo Albrecht Altdorfer apostó por el empleo de una paleta cromática cálida, puesta al servicio de una visión del paisaje que tenía poco que ver con lo que planteaban otros pintores de la época. El paso de una concepción geocéntrica al heliocentrismo (haciéndose así eco de las teorías de Copérnico) es palpable en sus trabajos.
La obra pictórica de Albrecht Altdorfer que ha llegado hasta nuestros días resulta particularmente rica y poderosa y se encuentra en algunas de las pinacotecas más conocidas de todo el mundo. Asimismo es muy interesante su labor como xilógrafo, en buena medida inspirada en Durero.
Museos como los Uffizi de Florencia o los de Nuremberg y Munich poseen en la actualidad cuadros del nivel de La leyenda de San Florián, San Jorge y el dragón, Baño de Betsabé, Natividad de la Virgen y La batalla entre Darío y Alejandro Magno.
El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid tiene uno de los muy escasos retratos que se conservan de Albrecht Altdorfer. El cuadro se titula Retrato de una mujer joven y se cree que se pintó en torno al año 1522. Se trata de un pequeño óleo sobre tabla de apenas 59 x 45 centímetros, pero de una extraordinaria belleza.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce». [/author_info] [/author]
