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Anna-Eva Bergman: expresionismo abstracto en su máximo esplendor

Anna-Eva Bergman

Desde Cincuentopía queremos reivindicar la obra de Anna-Eva Bergman, una formidable pintora que no ha obtenido todo el reconocimiento merecido por una serie de circunstancias a las que a continuación nos referiremos.

Anna-Eva Bergman nació en Estocolmo en 1909. Tras estudiar Bellas Artes en Oslo y Viena, en 1929 se trasladó a París para proseguir su formación. Allí entra en contacto y se enamora del artista Hans Hartung, ya por entonces muy conocido y cuya alargada sombra contribuyó a eclipsar el verdadero valor artístico de su esposa.

Influida por pintores como Dix o Grosz, Anna-Eva Bergman comienza a experimentar con la línea, decantándose en estos primeros momentos por un estilo figurativo, en cierta medida próximo a la caricatura. No obstante, de manera gradual comienza a prestar más atención al movimiento abstracto, quizá influida por una breve estancia en Menorca donde coincide con un pintor como Miró o puede que por determinados problemas de salud o acaso por la ruptura de su matrimonio y su regreso a Noruega, donde estudia filosofía, literatura y arquitectura.

En la década de los cuarenta Anna-Eva Bergman ha abrazado la abstracción con decisión, alcanzando su madurez artística. Vuelve a retomar la relación con Hans Hartung (ambos se unen en matrimonio de nuevo) y su obra comienza a ser reconocida a escala internacional. Se suceden las exposiciones ya no sólo en Noruega sino en Italia, Brasil, Francia… Durante los sesenta y setenta la pintora viaja con cierta frecuencia a España, sobre todo a la zona de Almería, impresionada por su luz y sol. Buena parte de su producción pictórica de esa etapa bebe con claridad de esa fuente de inspiración.

En 1973 el matrimonio Hartung-Bergman se retira al sur de Francia. Anna-Eva Bergman sigue explorando nuevas posibilidades creativas dentro de la abstracción geométrica, en buena medida inspirada por la particular atmósfera de la localidad de Antibes donde tiene su casa-taller.

Anna-Eva Bergman fallece en 1987, dos años antes que su esposo Hans Hartung. Durante unos años su obra parece quedar en el olvido hasta la constitución en 1994 de la Fundación Hartung Bergman, que se encarga de reivindicar su figura. Por eso recomendamos a todo los seguidores de Cincuentopía que naveguen por la página web de esta institución.

Mirar un cuadro de Anna-Eva Bergman equivale a extasiarse ante la elegancia de sus formas geométricas, ante la limpieza de su trazo, ante su capacidad para deslumbrar a quien lo contempla, ante su decisión de desprender de sus pinceles las formas simplificadas de todo cuanto la rodea, ante la precisión en la combinación de los tonos oscuros con el oro y la plata. ¡Qué mejor homenaje que profundizar en su obra y que deleitarnos con sus bellísimas creaciones!

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«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».

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