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El cine que nos marcó: películas de violencia

Es cierto que la violencia es un aspecto casi consustancial a la historia del cine: desde las películas de cine mudo (muy propensas a la exhibición de todo tipo de porrazos) pasando por las del oeste (que se lo digan a los sufridos indios y a los rudos vaqueros) hasta llegar a hoy en día (con formatos más similares al videojuego que al filme convencional).

Realizada esta salvedad, es preciso reconocer que la década de los setenta, cuando los cincuentópicos nos encontrábamos todavía en plena niñez (algún adelantado ya en la adolescencia) marca un antes y un después en la activa utilización de la violencia como recurso expresivo.

Son muchas las películas de violencia que surgen en esos años (y buena parte de las mismas fueron muy bien acogidas por la audiencia, todo hay que decirlo). De todas ellas vamos a escoger únicamente cinco: La naranja mecánica, Grupo salvaje, El justiciero de la ciudad, Perros de paja y El padrino. ¿Te animas a acompañarnos por este recorrido referido al lado más chungo del ser humano?

 

La naranja mecánica, sesiones de ultraviolencia

Stanley Kubrick presentó en 1971 La naranja mecánica, basada en la novela homónima de Anthony Burguess, que maravilló y escandalizó a partes casi iguales. La película es un compendio de contenidos violentos pero, sobre todo, es una acerada crítica sobre la sociedad de la época y sobre la industria de la psiquiatría. Su final deja bien a las claras lo que tanto Burguess como Kubrick pensaban sobre el sistema de poder vigente de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. ¿Crees que exageramos? Pues te invitamos a verlo.

Grupo salvaje, camino de la nada absoluta

Grupo salvaje fue estrenada a mediados de 1969. La película de Sam Peckinpah es una especie de western brutal que contó con un reparto espectacular, lo que contribuyó a consolidar la solidez de la propuesta artística del director. Peckinpah juega con la violencia a cámara lenta como nadie jamás lo había hecho antes de él y propone una reflexión sobre la trayectoria vital de un grupo de perdedores que se enfrentan a sus contradicciones más profundas. Si interesa conocer cómo fue el rodaje de una de sus escenas más conocidas, el tiroteo final, te recomendamos este enlace.

 

El justiciero de la ciudad, violencia al por mayor

Es verdad: reconozcamos que, al lado de estas otras películas, El justiciero de la ciudad (1974) rechina un tanto. De hecho más que la obra de un director (el casi anónimo Michael Winner) es el filme de un actor (el inefable Charles Bronson). Con su interpretación del sufrido arquitecto Paul Kersey (hay que ver la cantidad de desgracias familiares que le pueden ocurrir a este hombre en apenas 90 minutos de celuloide) Bronson marcó un antes y un después en las siempre espinosas relaciones vecinales. Por si fuera poco, la película dio lugar a toda una saga completa, con títulos como Yo soy la Justicia, El justiciero de la noche y Yo soy la Justicia II, entre otros. Siempre nos quedará la duda: ¿a cuántos mató Bronson en esta película? Quizá este vídeo te saque de dudas.

Perros de paja, lirismo elevado a la máxima potencia

De nuevo Sam Peckinpah en todo su esplendor. Perros de paja (1971) responde a una cuestión: ¿puede ser una película notablemente violenta y, al mismo tiempo, tremendamente lírica? La respuesta es sí. Dustin Hoffman y Susan George protagonizan uno de los duelos interpretativos más formidables de toda la historia del cine. La película presenta situaciones violentas de la manera más cruda pero, al mismo tiempo, disecciona las relaciones de pareja y examina de manera magistral sentimientos como la cobardía, la ira o el odio, tal y como pone de manifiesto este trailer.

El padrino, sobran las palabras

Es cierto que El padrino (1972) va mucho más allá de una película de violencia; incluso va más allá de una película sobre la mafia. El filme de Francis Ford Coppola constituye una reflexión de primer nivel sobre la soledad del ser humano, sus relaciones familiares, el libre albedrío, el destino y el porvenir que nos aguarda. Imposible aportar más a lo ya realizado por centenares de analistas a lo largo de estos últimos cuarenta años. Dirección magistral, interpretaciones sensacionales, iluminación soberbia, música excepcional… Sin duda, un antes y un después en la historia del cine. Esta tarantella napolitana nos pone la carne de gallina.

Una vez llegados a este punto surge la inevitable cuestión: ¿estás de acuerdo con la selección que hemos hecho?; ¿qué película de violencia de aquellos años echas en falta? Esperamos todos vuestros comentarios, cincuentópicos.

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