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Iglesias de Ibiza: Monjes y Soldados

Ibiza
Panorámica de Ibiza (D’Alt Vilà)

 

Las iglesias forman parte del original patrimonio arquitectónico de los ibicencos.

La singularidad de las iglesias de Ibiza estriba en que fueron concebidas como fortalezas para proteger a la población del ataque de los piratas. Además de su aspecto defensivo, son ejemplo de la misma arquitectura sencilla y sobria que las casas ibicencas –el casament-, tanto que en ocasiones la única diferencia entre los templos y las casa de los vecinos consiste en el campanario.

 

Las características arquitectónicas y de orientación vienen determinadas por un doble motivo: la finalidad defensiva y los rigores del clima.

Estar ubicadas en una superficie elevada permite evitar humedades y lluvias torrenciales y permitía divisar la llegada de los piratas turcos y norteafricanos que diezmaban y arrasaban las poblaciones, apoderándose de recursos y tomando como esclavos a los desdichados que capturaban.

La entrada siempre mira al sur, para aprovechar  la luz y los rayos del sol. Casi todas las iglesias cuentan con un pórtico con arcos en su entrada principal. El grosor de las paredes -en piedra- es considerable, lo que permite conservar una temperatura fresca en verano y cálida en invierno. Las ventanas al exterior son escasas y estrechas, casi a modo de troneras. La techumbre es plana y, sobre todo en el caso de las más antiguas, está bordeada por almenas.  Hasta 1868 algunas parroquias estuvieron dotadas de artillería. Las más recientes incorporan un tejado a doble vertiente. La techumbre plana también permitía recoger el agua de lluvia que era canalizada a una cisterna para su consumo.

El espacio interior cuenta con una sola nave y bóveda de cañón, cuyo peso es soportado por arcos torales de medio punto. La falta de crucero es paliada con las capillas de la cabecera. A los lados de las naves, abriendo los huecos tras las pilastras, se abren las capillas, cuyo número varía en función de cada templo. Así sucedía con las casas, de planta rectangular y líneas rectas que se iniciaba con un espacio principal, a la que se le iba anexando otras estancias según las necesidades (habitaciones, cocinas, almacenes o dependencias agrarias).  También al igual que en las casas, también se encuentran vigas de sabina en alguna de las edificaciones.

La fachada es sobria. Está encalada y en algún caso, cuentan con una hornacina que alberga a un santo o unas cruces de madera que simbolizan la Pasión de Cristo.

Las cuatro iglesias fortificadas de Ibiza son Santa Eulària, Sant Antoni, Sant Jordi y Sant Miquel

Santa Eulalia (Santa Eulària)

Santa Eurària. Torre defensiva

Ubicada sobre una colina –Es Puig de Missa-, con algunas viviendas a sus pies. Bajo el monte discurre el río, ahora prácticamente sin cauce, donde se hallan los molinos harineros -ya fuera de uso-, al abrigo así de  las invasiones. Hasta 1769 contaba con dos cañones de bronce. El Puig de Missa se convirtió en el primer núcleo habitado de Santa Eulària, cuando la iglesia se convirtió en parroquia en 1782.

El diseño de la iglesia se le atribuye al arquitecto de las murallas de Ibiza, Juan Bautista Calvi.

De la iglesia destacamos el porche exento y encalado, que se incorporó una vez que disminuyó el riesgo de invasiones. También la torre defensiva adosada al templo, de forma cúbica y color terroso.

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En el interior hallarán un retablo barroco, realizado por el escultor Farreras entre 1674 y 1678, traído a la isla por el Marqués de Lozoya para sustituir al que se había quemado durante la Guerra Civil española.

Junto al templo encontrarán un singular cementerio, con pequeños jardines con tumbas encaladas, fuentes y zonas destinadas a fieles de distintas religiones. A mitad de colina, se sitúa el Museo de Etnografía.

 

Sant Antoni

San Antonio de Portmany

 

Es el segundo templo más antiguo de la isla, después de la Catedral. Y, a pesar de estar rodeado por construcciones modernas, no deja de exhibir la dignidad de un templo que conserva fragmentos del porche lateral y la torre de defensa.

La iglesia carece tiene ventanas. En origen, las puertas eran de hierro, para que no se pudieran quemar, y una gruesa viga de sabina las bloqueaba por dentro. En el recinto existía también un pozo de agua potable por si el encierro se prolongaba durante días. Si los enemigos se acercaban al templo, los lugareños les rociaban con aceite hirviendo desde el campanario.

Está documentado que en 1847 la torre todavía disponía de dos cañones que apuntaban hacia Sa Conillera. Se utilizaron por última vez en 1818 para intentar hundir dos barcos de contrabandistas gibraltareños.

 

 

 

Sant Jordi

Sant Jordi

Próxima a Las Salinas de Ibiza, es la iglesia que mejor conserva su fábrica original. El templo fue edificado como respuesta a las necesidades espirituales de las personas que trabajaban recogiendo la sal en los estanques -objeto de deseo de los corsarios- y cultivando los campos del entorno.

La iglesia de Sant Jordi se caracteriza por tener unos muros maestros en talud y por las almenas que subrayan su carácter de fortaleza. Su interior consiste en una sola nave con una cubierta abovedada de medio cañón, apoyada sobre gruesos muros sin ventanas. Su apariencia es la de una pequeña fortaleza.

 

Sant Miquel

Sant Miquel

Para muchos la iglesia más hermosa de la isla, también por el aspecto bucólico de su entorno. Insólita desde un punto de vista estructural, es la única de la isla que posee planta de cruz latina. El monte sobre el que se asienta es conocido como Puig de Missa, al igual que ocurre en Santa Eulària.

El templo original se erigió en el siglo XV, sobre las ruinas de la antigua alquería árabe de Balanzat, propiedad de una importante familia de origen mozárabe. En el siglo XVII se le añaden las dos hondas capillas laterales, llamadas de Benirràs y de Rubió que cuentan con bonitas pinturas al fresco, descubiertas hace pocos años y que están inspiradas en motivos religiosos, geométricos y florales. También incluyen una alusión al apresamiento del navío británico Felicity, a manos de los corsarios ibicencos comandados por Antoni Riquer, a quienes rinde homenaje el Monumento de los Corsarios del puerto de Eivissa.

La puerta principal de la nave era la entrada de los hombres, mientras que la lateral era la que usaban las mujeres. Adosado a la iglesia se encuentra el cementerio y desde el patio de la misma, presidido por la Estatua del poeta Marià Villangómez i Llobet, se ven unas hermosas vistas del valle de San Miguel y de las casas del pueblecito.

Todos los jueves del año a las 18 horas tiene lugar en el atrio de la parroquia una demostración de bailes folclóricos isleños.

 

 

 

 

 

 

 

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