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Lugares teresianos: Valladolid

Lugares teresianos: Valladolid

Continuamos recorriendo los lugares teresianos y hoy nos detendremos en Valladolid. Teresa de Jesús llegó a Valladolid el 9 de agosto de 1.568, en pleno Siglo de Oro, donde crea su cuarta fundación de carmelitas descalzas, el Convento de la Concepción del Carmen, conocido también popularmente como Convento de Santa Teresa.

En 1.968 el Ayuntamiento de Valladolid, consciente de la importancia de la huella dejada por Teresa de Jesús, la nombró  vecina de honor. La  calle y el barrio donde está ubicado el convento reciben el nombre de “Rondilla de Santa Teresa”.

Celda de Teresa de Jesús
Celda de Teresa de Jesús

No fue el primer emplazamiento elegido. Según cuenta Casimiro G. García-Valladolid, en su libro Valladolid. Recuerdos y grandezas, Bernardino de Mendoza, hijo del conde de Rivadavia, cedió a Santa Teresa una casa con huerta situada junto a la ribera del Pisuerga (en el pago de Río de Olmos, camino de Simancas y a un cuarto de legua de la villa; emplazamiento que actualmente corresponde  al barrio vallisoletano del  Cuatro de Marzo) para que fundara su cuarto convento.  El 10 de agosto de 1568 se instalaron y cinco días después se ofició la primera misa. Sin embargo, al cabo de un año, varias de las religiosas enfermaron – el lugar era de “gran recreación” con su “huerta deleitosa” pero malsano, por estar junto al río, y, en palabras de la santa, “caímos casi todas malas”- por lo que se optó por la propuesta realizada por su gran amiga, María de Mendoza, esposa del secretario del Emperador Carlos I, Francisco de los Cobos, el que transformó Úbeda  en  una pequeña corte italiana, de manos del arquitecto Andrés de Vandelvira, para que erigiera el convento en su ubicación actual.

En tanto se acondicionaba el nuevo emplazamiento, compró  unas casas con corral y jardín a Alonso de Argüello, y desde octubre de 1568 hasta el 3 de febrero de 1569, cuando tuvo lugar el traslado, acogió en el Palacio Real en la plaza de San Pablo, «a la santa y a las religiosas que la acompañaban hasta que pudo utilizarse el convento nuevo», según explica el historiador Juan Agapito y Revilla.

Con frecuencia Teresa de Jesús volvería a la fundación de Valladolid, pues significaba el punto medio geográfico en sus desplazamientos. La última, ya enferma, unos quince días antes de su muerte en Alba de Tormes.

Las religiosas han preservado la memoria de Teresa de Jesús a lo largo de los siglos. No sólo la celda que ocupaba la Santa viajera en sus estancias, sino que conservan el autógrafo original de su Camino de Perfección, correspondiente a la segunda y definitiva redacción y la colección más numeroso de sus cartas también autógrafas. Pero no son los únicos tesoros que alberga el convento. La iglesia cuenta con un Cristo crucificado obra de Juan de Juni y un Cristo atado a la columna de Gregorio Fernández.

En palabras de Javier Burrieza, autor del libro Tesoros del silencio, una guía sobre el Convento de Santa Teresa «en pocos sitios se puede respirar con tanta intensidad y escuchar con no menos claridad los pasos de la Santa como en esta morada vallisoletana».

En  Valladolid  Teresa de Jesús mantuvo “amistades peligrosas” como fue la de Ana Enríquez, la hermosa hija de los marqueses de Alcañices. De su amistad y colaboración con Teresa de Jesús se conservan testimonios a través de la correspondencia que mantuvieron. Debido a su vinculación con el grupo protestante de Valladolid, del cual estaba al frente el doctor Cazalla,  Ana Enríquez fue condenada por el Tribunal de la Inquisición “a que saliese al cadalso con el sambenito y vela y ayunase tres días, y volviese con su hábito a la cárcel y desde allí fuese libre”. A pesar del descrédito social que podía suponerle, la relación entre Teresa de Jesús y Ana Enríquez es «un modelo de fidelidad y aprecio, a pesar de las sombras sociales que pesaban sobre Ana» como apuntaba el P. Tomás Álvarez. En una tabla genealógica de la familia Mejía, junto al nombre de Ana Enríquez se cita quiénes fueron sus padres, y al final, incluye este dato: “Es doña Ana, la de Cazalla”.

En los dos Autos de Fe que se celebraron en el año 1559, el Tribunal de la Inquisición condenó a la hoguera a 27 personas.

Ana Enríquez se convirtió en personaje de ficción por obra y gracia de Miguel Delibes en su magistral novela El hereje. En ella, el novelista vallisoletano plantea una relación sentimental entre el protagonista, Cipriano Salcedo, y doña Ana Enríquez, de la que se afirma: «Es una criatura demasiado bella para quemarla».  La trama de la novela ha dado lugar a otra ruta, La ruta del hereje.

SantaTeresa por Gregorio Fernández
SantaTeresa por Gregorio Fernández

El primer modelo iconográfico de Teresa de Jesús -como doctora, con la pluma suspendida en el aire, el hábito carmelita marrón y un extremo del manto alzado en el aire- se originó en Valladolid de la inspiración de Gregorio Fernández, autor de una escultura de madera policromada destinada al Monasterio del Carmen Calzado en 1624 y que en la actualidad está en el Museo Nacional de Escultura.

Otra oportunidad de conocer el Valladolid que conoció Teresa de Jesús, es la exposición «Entre pucheros. Artes de barro en el Valladolid de Santa Teresa» en el Museo de Valladolid. Consiste en una selección de piezas alfareras de la colección del Museo, que habla de la vida cotidiana de los vallisoletanos en el siglo XVI

También se puede visitar en el Archivo Histórico Provincial de Valladolid la Exposición temporal «Santa Teresa en Valladolid y Medina del Campo» que recoge una serie de documentos que se conservan en el centro y que se encuentran relacionados con la Santa, su vida y su figura en la provincia vallisoletana. Así, la muestra reúne documentos tan significativos como un fragmento de carta autógrafa, las escrituras de los conventos carmelitas, o los testimonios escritos de las celebraciones y conmemoraciones anteriores a la actual.

Para relajar tan intensa visita, tenemos la suerte de encontrarnos en una ciudad que ha hecho de la tapa uno de sus emblemas gastronómicos, no en vano es la sede del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas Ciudad de Valladolid. Jero, Los zagales, La sepia o La Mejillonera son sitios muy apreciados por los pucelanos. Pues donde fueres, haz lo que vieres.

 

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Cincuentopía

«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce». [/author_info] [/author]

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