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Pianista frustrado de gira por la ópera

Pianista frustrado de gira por la ópera

Pianista frustrado de gira por la ópera supone una vuelta a las andadas por parte del autor de la serie, Santiago Martínez Arias.

El rasgo más interesante de las dilatadas biografías es la perspectiva. Los de más de cincuenta tenemos perspectiva, descrita como capacidad, y no lo digo por consolarme sino para que seas consciente de tu ventaja. Si aplicamos la perspectiva a cualquier circunstancia que nos rodee y la consideramos desde la experiencia podremos sentir, y hacer sentir, cómo evoluciona el mundo a nuestro alrededor. El diablo sabe más por viejo…

Pianista frustrado de gira por la ópera

Apliquémoslo al mundo de la ópera y veremos que los cambios en el teatro musical de los últimos 25-30 años han sido mayores que los que se produjeron en la ópera durante todo el siglo XX. Antes que en el terreno de la composición, donde a pesar de destacables novedades el avance no es tan perceptible, es en el campo de la producción donde ha tenido lugar una evolución revolucionaria. La producción entendida en un sentido amplio, desde los cantantes hasta la iluminación. La foto fija de cualquier casa de ópera en los 80 no tiene nada que ver con la que de ahora, y sí se parecía mucho a la de principios del siglo pasado.

 

Tiranía de la juventud y la belleza física

Las novedades en la ópera empezaron a surgir en los noventa y tomó su mayor impulso en este siglo también con el rejuvenecimiento de los cantantes estrella. La juventud ha inundado los escenarios y ello se agradece bastante, dada además la mejor adecuación entre cantantes y personajes. Diana Damrau, Anna Netrebko, Ainhoa Arteta, Elina Garança, Nino Machaidze o las superventas Cecilia Bartoli y Joyce DiDonato; o en la parte masculina desde Rolando Villazón a Juan Diego Flórez, pasando por Erwin Schrott o Carlos Álvarez (latinos, no es casualidad), Jonas Kaufman y Piotr Bezcala, todos ellos jóvenes figuras internacionales.

Pianista frustrado de gira por la ópera
Deborah Voight antes y después

No es que las Caballé, Berganza, Gruberova o Sutherland, o el mismo Pavarotti, no fueran buenos cantantes, pero la imagen del bel canto era antigua y poco edificante. Estaba de moda la desmesura en las tallas, acompañada de demasiados años de rodaje en los escenarios. Umbral decía que las cantantes parecían armarios de luna. La norma general de los escenarios más importantes del mundo era cierta edad acompañada de grandes dimensiones físicas. Recuerdo a la gran soprano galesa Margaret Price corriendo por el escenario de la Ópera de Viena golpeando las tablas en un extraño polirritmo, haciendo una Susana adolescente de las Bodas de Fígaro, siendo difícil imaginar agitada la libido de Almaviva por algo más que una voz sublime.

 

Directores de escena “a escena”

La escenografía es la segunda parte de esta renovación. El teatro y la tecnología han avanzado paralelamente para ofrecer una experiencia distinta al público. La figura del escenógrafo, amén de otras habilidades dramáticas, se impulsó a partir también del avance de las grabaciones audiovisuales de ópera. El mundo del cine entró en la ópera, o viceversa, de Zefirelli hasta Chen Kaige. El «metteur en scène» traslada a las tablas su interpretación de la obra.

Pianista frustrado de gira por la óperaHan existido verdaderos especialistas como Peter Sellars o Patrice Cheréau que han reconvertido el espectáculo de la ópera en estos 25 años. Calixto Bieito, Christopher Loy, Robert Carsen, Jean Pierre Ponelle, Robert Wilson, la nómina no es menor que la de los cantantes, pero por cada escenógrafo en una producción hay como mínimo tres voces solistas principales.

Sin embargo el mayor cambio se ha producido en la utilización de gigantescas cajas de escenario, vídeo proyecciones o video mapping (como en esta producción de Dai Fujikura), puestas en escena ambientadas fuera del contexto propio de las obras y etcétera etcétera.

 

¿Quién lleva la batuta?

La siguiente columna del edificio operístico es la música. A pesar del evidente protagonismo de la puesta en escena, la música sigue siendo el sustento principal del espectáculo más completo del mundo del arte. Ha habido pocas novedades que se recuerden y que hayan permanecido en el repertorio, salvo para los muy expertos, a pesar de que cada teatro de cada país realiza al menos un estreno mundial por temporada. No hay constancia revolucionaria en este sentido. Al frente de toda la maquinaria operística está el director musical, que es la persona alrededor de la cual gira toda la producción y la que le da brillo y reconocimiento entre el público. Sin el movimiento de batuta se acabó el espectáculo. Además, los maestros y profesores de orquesta son los que finalmente muestran a las jóvenes estrellas cuál es el sentido de un papel y de un personaje, pero sobre todo de una obra en su plenitud.

Pianista frustrado de gira por la ópera
Cartel antiguo de La valquiria

A pesar de la renovación, las grandes figuras de antes siguen siendo motores de la evolución, y me estoy acordando de Plácido Domingo y su concurso itinerante Operalia, que en 2018 ha tenido como sede el Teatro Nacional de San Carlos en Lisboa, el único teatro de ópera de Portugal. Desde luego que Plácido Domingo no deja de sorprender, y su cosecha de grandes voces ha sido magnífica en el cuarto de siglo que cumple ya el concurso. Y quién iba a pensar hace 25 años que tendría lugar en Lisboa un certamen semejante.

Algunas de las mejores figuras del canto han salido de Operalia: Erwin Schrott, Rolando Villazón, Joyce DiDonato, Sonya Yoncheva, Pretty Yende, Nina Stemme y Aida Garifullina, entre otros. Este año han sido Pavel Petro, tenor, y Emily D’Angelo mezzosoprano canadiense. Inteligente resultado que pone en valor una cuerda tan sensible como las mezzos.

 

Caricatura y crítica

El problema es que siempre fue fácil la caricatura de la ópera. En Tintín, la Castafiore encarnaba aquella imagen de la diva, oronda y extravagante. Hablando de aquellos años 80, en cierta ocasión Francisco Umbral en El País quiso denunciar la ópera como espectáculo diciendo que era un género en decadencia “monstruoso anacronismo”, corría el año 1984. Pero rápidamente fue contestado, entre otros por el maestro López Cobos, a la sazón director general de la ópera de Berlín, señalando que el escritor ni conocía el género “ni le gusta”. Pero es que eran años en que la ópera era exclusiva y muchas veces excluyente.

Pianista frustrado de gira por la ópera
Lauriz Melchior (1935) Wagner

La ópera es el espectáculo completo y como tal debe funcionar, si las dimensiones o la edad están de más: ¡sustitúyanse! Otrosí suponen los grandes filmes operísticos, la ópera adaptada al formato cinematográfico realizada por grandes directores.

Dejo tan sólo una referencia de las innumerables, en este caso la mejor, la única, la obra total: el Don Giovanni dirigido por Joseph Losey (Raimondi, José van Dam, Te Kanawa, Moser, Berganza y, por supuesto, mi admirado Lorin Maazel).

Pianista frustrado de gira por la óperaEl género ha resucitado de sus cenizas para crear un espectáculo que va más allá del patio de butacas y por último dejo alguna recomendación viajera para aquellos que se lo puedan permitir. Comenzó la temporada 2018 con Hugonotes en la Ópera de la Bastilla y Ernani en La Scala dirigida por Adam Fischer. Maria Stuardo en la ópera de Ciudad del Cabo con Kamal Khan. En octubre fuimos a un Turandot de la Ópera de Hong Kong con producción de tintes chinos y una protagonista doblemente eslava Oksana Dyka y Milada Khudoley; en Moscú vimos Alcina de Händel por la compañía del Bolshoi; y en Viena Troyanos de Berlioz con Joyce DiDonato. En noviembre pudimos ir a Múnich a ver Otelo en la Opera Bávara, con Jonas Kaufmann, y nos perdimos, por falta de tiempo, un viaje a Tokio a ver una Carmen con la estrella local Ryoko Sunakawa, dirigidos todos por Jean-Luc Tingaud. Una buena agenda que finalizó 2018 en Berlín con un Fidelio en la Staatsoper con René Pape bajo la dirección musical de Karl Heinz Steffens.

Forman parte de la serie Pianista frustrado escrita por Santiago Martínez Arias las siguientes entradas publicadas en Cincuentopía:

Pianista frustrado: Plan de 1966
Pianista frustrado y un programa de concierto
Pianista frustrado y callado hasta ahora… Fausto
Pianista frustrado en Navidad
Pianista frustrado peleando con la tecnología
Pianista frustrado y los enigmas de internet
Pianista frustrado en la Zarzuela
Pianista frustrado en el Flamenco
Pianista frustrado y suspiros de España
Pianista frustrado y mujeres importantes en la música
Pianista frustrado y el piano CD 318
Pianista iniciático de korrepetitor

[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2017/09/Santiago-Martínez-Arias.jpg[/author_image] [author_info]Santiago Martínez Arias

El sobrenombre define bien a Santiago Martínez Arias. Como cualquier personaje de extraña biografía profesional es difícil seguir su pista vital. Tiene altos estudios musicales internacionales y ello se evidencia rápidamente en su conversación. Inevitablemente también se comprueba que es experto en seguridad y defensa y doctor en relaciones internacionales, jefe de prensa editorial, profesor universitario, además de tener un pasado, lejano ya, como corresponsal de ‘El Independiente’ en Europa oriental. Más parece que sea un agente, y aunque su pasado pianístico fuera glorioso, sólo quedan los restos del naufragio. Ha representado a Stingray CLASSICA. [/author_info] [/author]

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