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Viernes, 4 de marzo de 1977, devastador terremoto de Bucarest

1977, devastador terremoto en Bucarest

SismógrafoEl 4 de marzo de 1977, a las 21.22, Mircea apuraba la última taza de té en casa de Gheorghe cuando escucharon un estruendo aterrador. Fue el preludio del terremoto de Bucarest, el terremoto más devastador que asolaría Bucarest a lo largo del siglo XX.

Mircea y Gheorghe se conocieron en la Universidad cursando los mismos estudios; compartían las mismas inquietudes y ambos desarrollaron una brillante carrera profesional. Pronto, les unió su pasión por la literatura y fue ésta la que se encargó de fraguar con los años una estrecha amistad que les reunía cada viernes en casa de Mircea. Pero aquel viernes, 4 de marzo de 1977, decidieron, a instancias de Gheorghe, mantener su habitual tertulia literaria en el domicilio de éste.

Cuando comenzó el terremoto de Bucarest, Gheorghe, presa del pánico, temiendo que el techo se desplomara, optó, desoyendo las recomendaciones de su amigo, por salir huyendo a la escalera del edificio. A Mircea, por el contrario, el miedo lo paralizó; instintivamente se tiró al suelo, cobijándose bajo la mesa. Ninguno de los dos había vivido un seísmo de tal magnitud y aunque sabían cómo debían de enfrentarse a él, pues no en vano habían nacido en zona sísmica, cada uno reaccionó como pudo. Fueron 55 interminables segundos de violentas sacudidas acompañadas de un ruido ensordecedor.

Mircea fue rescatado del interior de la casa; contempló desolado que la escalera del edificio se había derrumbado. Al volver a su domicilio vio que su inmueble no había sufrido daño alguno y su escalera seguía intacta en pie. Tras días de incertidumbre, mientras se realizaban labores de salvamento, supo que su amigo había perecido bajo los escombros.

Nunca se recuperó de la muerte de Gheorghe, ni superó el temor al terremoto. Siempre se lamentó por haberle hecho caso precisamente aquel viernes, cambiando el lugar de su habitual encuentro, y siempre se culpó por haber sobrevivido.

Aunque pueda parecer ficción, fue un hecho verídico que le sucedió a un vecino de un amigo de Bucarest, quien me contaba, aún impresionado, esta vivencia; pero hay tantos testimonios como personas lo padecieron.

Escala RichterConocido como el Terremoto de Vrançea de 1977, por ser la zona sísmica más activa de Rumanía, tuvo una magnitud de 7,2 grados en la escala de Richter y duración de cincuenta y cinco segundos. Su hipocentro se localizó a una profundidad de 94 kms.

La zona de Vrançea está localizada en la curvatura del arco que forman los Cárpatos orientales e incluye los judet (distritos o provincias) de Buzau y Vrançea. Es el punto de convergencia de las placas tectónicas continentales euro-asiática y africana e indirectamente sufre la presión de la indo-australiana, y donde se origina el 90% de los terremotos de Rumanía. El epicentro se registró, concretamente, en la localidad de Andreiasu de Jos, distrito de Vrançea.

Bucarest, situada a unos 170 kms. de Focsani, capital de la provincia de Vrançea, suele sentir los terremotos que se originan en esta zona en muy poco tiempo desde su inicio. Ocupa el segundo lugar de Europa en mayor riesgo sísmico tras Lisboa.

Aunque no fue el terremoto de mayor magnitud que ha sufrido Rumanía en los últimos cien años, pues el 10 de noviembre de 1940, también en Vrançea, se originó uno de 7,4 grados, fue Bucarest la que más daño sufrió en el de 1977. El ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial afectó principalmente a ciudades del este y sur de las montañas y en la capital murieron unas 300 personas al derrumbarse el Hotel Carlton. El más devastador, sin embargo, fue el de 1977. Hubo más de 11.000 heridos; fallecieron 1570 personas, de las cuáles, 1424 en Bucarest; cayeron 33 edificios en la capital y miles tuvieron que ser derruidos.

Toda Europa Oriental sintió el seísmo: en Chisinau, capital de la República de Moldavia, según medios locales, el miedo se apoderó de sus habitantes, que salieron huyendo de los edificios; en Serbia, Hungría, Bulgaria, Grecia, y hasta en San Petesburgo, Rusia.

EpicentroBelgrado registró una intensidad de 6,5 grados que hizo que la gente se echara también a la calle, aunque no hubo que lamentar heridos. En Bulgaria se le conoce más por el “terremoto de Svishtov”, pues en esta ciudad murieron más de 100 personas al desplomarse tres bloques de viviendas, además de daños en otros edificios. El puerto de Salónica, en Grecia, fue sacudido por cinco temblores y también lo notaron en Atenas.  Viena lo sintió ligeramente; Estambul registró 6,9 grados, pero incluso los sismógrafos oscilaron en Canadá y Norteamérica.

Fallecieron artistas e intelectuales reconocidos, entre ellos, a los 52 años, Anatol Baconski, ensayista, poeta, novelista, crítico literario, editor y traductor. Pero, tal vez, la muerte que más impresionó a los rumanos, por hallarse en aquel momento en la cima de su carrera, fue la de Toma Caragiu. Prolífico actor de teatro, cine y televisión, dominó tanto la comedia como el drama, aunque fueron sus monólogos, en los que manejaba con sutileza el sarcasmo, la sátira y el humor negro, los que le encumbraron definitivamente a la fama. Si bien trataban de temas variados, no escatimó recursos imaginativos para criticar el opresivo régimen de Ceaucescu. Murió también a los 52 años, en el período más creativo de su vida, bajo los escombros del edificio en el que vivía.

Por su interés, tanto descriptivo como humano, destaco a continuación alguno de los testimonios publicados:

  • Mircea Nemigean declaró a la Sociedad Rumana de Televisión: “Era centinela, en el techo de un importante edificio militar; en el séptimo piso. La noche era muy clara y se veía todo a lo lejos. De repente, sencillamente no sentí el suelo bajo mis pies. Me agarré a algo y miraba hacia todos los lados para ver lo que pasaba. Pero no podía creer lo que veían mis ojos…, todos los pisos se agitaban. Todos los bloques de apartamentos se inclinaban de un lado para otro, como los árboles en una tormenta. Las primeras ondas eran verticales. Parecía que se paraba, pero empezó con ondas horizontales. Parecía que el cielo se partía por la mitad. Oía disparos a lo lejos, luego unos sonidos muy fuertes, venían de todos lados; se oía todavía más fuerte. Se paró, pero luego volvió, pero esta vez con olor a quemado. De repente se pararon las luces… en el cielo había un gran arco de fuego, como si se produjera un cortocircuito… Y entonces dije «Ya está, se acabó con la ciudad» (Wikipedia)
  • El inglés John Rix, agente de ventas, manifestó que se encontraba en la Embajada británica, cuando todo el edificio comenzó a temblar violentamente. Al salir a la calle, vieron cómo tejados de edificios próximos se desplomaban al suelo en medio de un ruido ensordecedor y gritos de espanto. ”Después, todo pareció quedar en silencio, como si la gente se hubiera petrificado” (abc, 06.03.1977).
  • Hubert Govaer, de nacionalidad belga, calificó como «indescriptibles» las escenas que se produjeron en Bucarest: «Yo me encontraba viajando en un trolebús y de repente todos los pasajeros, nos vimos brutalmente sacudidos. Logré abandonar el vehículo. Una espesa nube de polvo se levantaba de las calles y todavía pude ver cómo varios edificios se venían abajo». «La gente se precipitaba fuera de sus casas, con los niños, transportando los objetos más valiosos para salvarlos de ios hundimientos». Se manifestó «lleno de admiración» por la organización de los servicios de socorro. (La Vanguardia, 6.03.1977). Si he suscitado el interés en alguno de vosotros por saber cómo fue el sobrecoger estruendo previo al terremoto, así como sus devastadores efectos, dejo aquí el enlace a un documental colgado en You Tube que comienza con una grabación de aquel preciso momento realizada en un magnetofón. Aunque narrado en rumano, pueden verse imágenes del desastre provocado en la capital. El reportaje es realmente estremecedor.Actualmente, en Bucarest, los edificios calificados de alto riesgo sísmico, es decir, aquellos que pueden desplomarse en caso de seísmo, están señalados con un visible círculo rojo.Punto rojoPosiblemente la población se haya acostumbrado a convivir con los temblores, no sin temor y siempre con mucho respeto. Dicen que cada treinta años suele haber uno de gran magnitud. La comunidad científica, sin embargo, se haya dividida, pues, si bien, unos opinan que los habituales temblores liberan energía, también hay quien dice que Rumanía está ya desde 2013 fuera de plazo y que tarde o temprano será sacudida por uno de la misma e incluso mayor magnitud que la del 77. Aunque a raíz de éste se reforzaran las normas de edificación, existan planes de emergencia y los simulacros sean habituales, mucha gente se pregunta si Bucarest estará preparada para resistir un nuevo terremoto de esa magnitud.Ojalá resista. Ése es mi deseo.
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