Los arancini sicilianos son el verdadero icono de la gastronomía siciliana. Aunque se trata de verdadero street food, sucede igual que con nuestras croquetas patrias.
Aunque se pueden encontrar en bares y puestos callejeros, y en las rosticcerie, populares establecimientos sicilianos donde se pueden comprar y comer –de forma rápida- comida preparada, especialmente asados (de ahí el nombre), los mejores arancini suelen ser las de las madres y abuelas.
Existe una viva polémica acerca de la denominación, que ha hecho correr “ríos de tinta”. En la parte oriental de la isla, Messina y Catania, reciben el nombre de arancino (plural, arancini) y en la parte occidental, Palermo y Agrigento, se les llama arancina (plural, arancine). El registro siciliano del PAT ( Prodotti Agroalimentari Tradizionali) reconocido por el Ministero delle Politiche Agroalimentari, incluye este producto bajo el nombre de arancino.
El escritor siciliano Andrea Camilleri, autor de la serie protagonizada por el Comisario Montalbano (nombre elegido como homenaje al desaparecido Manuel Vázquez Montalbán, un verdadero gourmet como lo es el Comisario y el propio Camilleri), tituló una de las novelas de la serie protagonizada por Montalbano, “Gli arancini di Montalbano” («La Nochevieja de Montalbano»). La trama se desarrolla en Vigàta durante la Nochevieja. El Comisario prefiere quedarse en Vigàta para cenar los deliciosos arancini que prepara Adelina -la madre de uno de sus informadores-, que viajar a Francia con su novia Livia. La noche se complica pues detienen a Pasquale, uno de los hijos de Adelina, por el robo en un supermercado. Tras gestiones diversas, el Comisario consigue probar la inocencia de Pasquale y finalmente poder degustar tan preciado manjar.
¿Qué tienen los arancini para ser un bocado tan apreciado? Los arancini son una especie de croqueta de arroz (en Sicilia occidental con forma de bola y en la oriental con forma de pera) rellena de diversos ingredientes. El relleno más clásico es el de ragú de buey o de ternera. El azafrán, otro de sus ingredientes principales, es el que le da el característico color naranja del que recibe su nombre, arancina, que significa naranjita en italiano. En Palermo y en Catania se utiliza el azafrán para aromatizar y colorear el arroz. Sin embargo, en Messina se incorpora el azafrán a la mezcla. La presencia del azafrán permite situar el origen de los arancini en la época de la dominación musulmana de Sicilia. Los musulmanes introdujeron tanto las naranjas como el arroz. Y la forma de degustarlo, preparado con carne aromatizada con hierbas diversas y azafrán. Durante el reinado de Federico II Hohenstaufen (“el asombro del mundo”) https://es.wikipedia.org/wiki/Federico_II_Hohenstaufen se incorporó el empanado a los arancini, lo que facilitaba su conservación y transporte en jornadas de caza o viajes.
Se necesitan dos días para su preparación. Por si no quieres esperar hasta visitar Sicilia, te proponemos hacerlos en casa. El blog Las buenas migas ofrece una receta muy bien detallada.
Y esta es la cotizada receta de los arancini de Adelina, en la que no se utiliza el azafrán en la preparación del arroz y se utilizan dos tipos de carne, cerdo y ternera. Y es que como nuestras croquetas, “cada maestrillo tiene su librillo”. Y lo que sobre para hacer croquetas o arancini.
“Gesù, gli arancini di Adelina! Li aveva assaggiati solo una volta: un ricordo che sicuramente gli era trasùto nel Dna, nel patrimonio genetico. Adelina ci metteva due jornate sane sane a pripararli. Ne sapeva, a memoria, la ricetta: Il giorno avanti si fa un aggrassato di vitellone e di maiale in parti uguali che deve còciri a foco lentissimo per ore e ore con cipolla, pummadoro, sedano, prezzemolo e basilico. Il giorno appresso si prìpara un risotto, quello che chiamano alla milanisa (senza zaffirano, pi carità!), lo si versa sopra a una tavola, ci si impastano le ova e lo si fa rifriddàre. Intanto si còcino i pisellini, si fa una besciamella, si riducono a pezzettini gna poco di fette di salame e si fa tutta una composta con la carne aggrassata, triturata a mano con la mezzaluna (nenti frullatore, pì carità di Dio!). Il suco della carne s’ammisca col risotto. A questo punto si piglia tanticchia di risotto, s’assistema nel palmo d’una mano fatta a conca, ci si mette dentro quanto un cucchiaio di composta e si copre con dell’altro riso a formare una bella palla. Ogni palla la si fa rotolare nella farina, poi si passa nel bianco d’ovo e nel pane grattato. Doppo, tutti gli arancini s’infilano in una padeddra d’oglio bollente e si fanno friggere fino a quando pigliano un colore d’oro vecchio. Si lasciano scolare sulla carta”.
Foto portada: Roberto Zingales vía Flickr
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Charo Onieva
Su curiosidad la ha llevado a desarrollar distintos proyectos de emprendimiento en los entornos offline y online. Impulsora de Cincuentopía. [/author_info] [/author]