Arcipreste de Hita Cantiga de serrana
«Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-«Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?»
Contesté yo a sus preguntas:
-«Me voy para Sotos Albos»
Dijo: -«¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos»
Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -«¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.»
Díjele: -«¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la jornada!
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.»
Me repuso: -«Entonces torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.»
Y la Chata endiablada,
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la cayada
y, volteando su honda,
dijo afinando el pedrero:
-«¡Por el Padre verdadero,
tú me pagas hoy la ronda!».»
Arcipreste de Hita Cantiga de serrana. Libro del buen amor. Cátedra.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
[/author_info] [/author]