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“Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)” en el Museo del Prado

Hasta el próximo 22 de septiembre el Museo del Prado ofrece la exposición “Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)”. Ha sido comisariada por Javier Barón, Jefe de Conservación del Área de Pintura del Siglo XIX de la entidad y cuenta  con el patrocinio exclusivo de la Fundación BBVA.

En la portada, El sátiro de Antonio Fillol. 1906. Adquirida en 2024 por el Museo Nacional del Prado. Rehusada por el jurado de la Exposición Nacional de 1906 por tratarse de un asunto inaceptable.

La profunda transformación social experimentada en España

A finales del siglo XIX España se incorpora con retraso a la Segunda Revolución Industrial lastrada por una serie de circunstancias que produjeron graves desequilibrios socioeconómicos. En la exposición “Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)” se advierte todo ello.

La epidemia de cólera de 1885, el más documentado por la prensa de la época. Uno de cada diecinueve españoles se vio afectado en la segunda epidemia cebándose en las hacinadas e insalubres barriadas obreras surgidas de la emigración del campo a la ciudad. También fruto de una profunda crisis agrícola, de origen climático y biológico (malas cosechas cerealísticas, epidemia de la filoxera, que destruyó las viñas) que acarrearon pérdidas a grandes y pequeños propietarios. Hasta principios del siglo XX  no se acometió la necesaria revolución agrícola. Las deterioradas condiciones de vida impidieron alcanzar un equilibrio demográfico con una mortalidad infantil disparada.

Sobre el equilibrio demográfico tuvo particular incidencia la emigración especialmente a América, pero también a Francia o a Argelia. Fue particularmente intensa en Galicia y otras zonas del norte de España donde algunas figuras retornadas con éxito (los indianos) contribuyeron con su prestigio a la popularización del ideal social del enriquecimiento por el trabajo duro en lejanas tierras.

 

La catedral de los pobres, 1898 (La catedral dels pobres) MIR I TRINXET, Joaquim Barcelona © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

El arte no es ajeno

A los conflictos sociales generados junto a los inevitables procesos de transformación el arte no fue ajeno. En la literatura, se pasó del historicismo y del costumbrismo a la denuncia social (Vicente Blasco Ibáñez, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán …). En la pintura sucedió algo similar 

Influidos por la fotografía, los pintores españoles buscaron una objetividad en la representación adoptando un estilo naturalista. Con una identidad especial respecto al triunfante en Francia y otros países gracias a la reivindicación de Velázquez en una primera época.

El reto de representar las transformaciones de la sociedad de su tiempo implicaba tratar aspectos hasta entonces apenas tratados. Ya fuera por su carencia de belleza, su supuesta falta de decoro, su aparente trivialidad o su pretendida ausencia de interés. El trabajo industrial y el de la mujer, la educación, la enfermedad y la medicina, los accidentes laborales, la prostitución, la emigración, la pobreza y la marginación étnica y social, el colonialismo, las huelgas, el anarquismo y las reivindicaciones obreras. En temas con larga tradición como el trabajo en el campo y en el mar, la religión y la muerte, fueron tratados bajo un prisma nuevo.

La pintura social en España

El Museo Nacional del Prado conserva el conjunto más importante de pintura social en España. Las obras premiadas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes fueron adquiridas por el Estado en su mayor parte. Entre las más de 300 obras expuestas, veinte entre esos cuadros, la mayoría de grandes dimensiones, constituyen el núcleo de la muestra.

El origen de “Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)” está en la relevancia de las colecciones de pintura social del Prado, reflejo de la producción vinculada a las diversas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. También se incluyen gracias a la generosidad de casi un centenar de prestadores públicos y privados,  obras destacadas de RegoyosSorollaNonellGargalloPicassoGris y Solana, entre otros artistas.

El periodo de eclosión del primer arte social estuvo comprendido entre las Exposiciones Universales de París de 1889 y 1900, en las que dos pintores españoles, Luis Jiménez Aranda y Joaquín Sorolla, respectivamente, recibieron la medalla de honor. Aunque continuaron cultivándose por otros artistas hasta 1910, las propuestas del naturalismo fueron sustituidas por otras de índole más expresiva.  De modo simultáneo declinó la influencia de Velázquez, progresivamente sustituida por la del Greco entre los artistas renovadores y sensibles, además, a las transformaciones que se habían producido en Europa. El primer ejemplo importante, y el más temprano, fue Darío de Regoyos y, después de 1900, Francisco IturrinoRicardo BarojaHermen Anglada-CamarasaIsidre NonellEvaristo ValleJoaquim SunyerPablo GargalloPablo PicassoJuan Gris y José Gutiérrez Solana. También Ignacio Zuloaga y Julio Romero de Torres trabajaron, según planteamientos muy personales, más atentos a ciertos aspectos del arte del pasado, nuevas orientaciones.

Vividoras del amor, 1906. Julio Romero de Torres. Óleo sobre lienzo. 129,5 cm × 182,9 cm. Fondos de Arte de la Caja de Las Palmas de Gran Canaria

No solo pintura

Junto a la pintura también se incluyen la escultura y las artes gráficas, así como la fotografía y el cine, que tuvieron el papel más destacado en la configuración de la imagen de la época. En la exposición se analizan la diversidad de interpretaciones de todos esos temas, la interrelación entre las distintas técnicas, como la fotografía, la ilustración y la pintura, y la crisis del sistema de representación naturalista tras el triunfo de sus autores más destacados, como los hermanos Luis y José Jiménez ArandaVicente CutandaJoaquín SorollaSantiago Rusiñol y Ramon Casas.

El cinematógrafo había llevado al máximo las posibilidades de representación de la vida, de modo que los artistas renunciaron a los grandes formatos y a la objetividad y siguieron una orientación radicalmente moderna, que consideraba la revolución obrada por el postimpresionismo en París. Pintores, escultores y artistas gráficos, entre ellos muchos catalanes y vascos, encontraron allí un cauce apropiado para desarrollar sus propuestas con mayor libertad y al margen de la academia. El hecho de que continuaran tratando los mismos temas que habían abordado los naturalistas permite poner de manifiesto, en la exposición, la riqueza de las aproximaciones a aquellos asuntos en un corto periodo de tiempo que, por ello, resulta de gran interés y relevancia.

El Museo Nacional del Prado pone a disposición de sus visitantes un material ad hoc que complementa extraordinariamente esta interesante muestra .

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