El Museo Thyssen de Madrid centra su atención en el diseñador de moda Balenciaga en una exposición que discurre durante los días 18 de junio al 22 de septiembre de 2019.
Con el título «Balenciaga y la pintura española» la muestra vincula la creación de Cristóbal Balenciaga, el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la tradición de la pintura española entre los siglos XVI y XX.
Bajo el comisariado de Eloy Martínez de la Pera, la exposición cuenta con una cuidada selección de cuadros procedentes de colecciones privadas y museos de ámbito nacional, como el Museo del Prado o el Museo de Bellas Artes de Bilbao, y con un conjunto de valiosas piezas de indumentaria procedentes del Museo Balenciaga de Guetaria, Museo del Traje de Madrid y Museu del Disseny de Barcelona, así como de colecciones particulares nacionales e internacionales, muchas de ellas nunca antes expuestas.
Las referencias al arte y la cultura española estuvieron siempre muy presentes en el trabajo de Balenciaga. Las líneas simples y minimalistas de los hábitos religiosos o el volumen arquitectónico de estos tejidos son una constante en muchas de sus piezas. El aire de la bata de cola de una bailadora flamenca que se deja ver en los volantes de algunos vestidos, los brillos del traje de luces de un torero trasladado con maestría al paillette bordado de una chaqueta bolero, o la estética de la indumentaria en la corte de los Austrias reflejada en las negras telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones, son solo algunos ejemplos.
La exposición del Museo Thyssen de Madrid sienta las bases para comprender de qué manera Balenciaga revisaba continuamente la historia del arte y, con una fuerte personalidad y estilo propio, mantuvo esas influencias hasta en su periodo más vanguardista, recuperando hechuras históricas y reinterpretándolas de manera muy moderna.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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