El bar de las grandes esperanzas de J.R. Moehringer es, según unos cuantos críticos, una de las más agradables sorpresas editoriales del último quinquenio; y parece ser que el público también ha acogido con entusiasmo (y buenas ventas) la novela. ¿Es para tanto la cosa?
Conozco bien poco acerca de la figura J.R. Moehringer (1964). Sabía que en 2000 obtuvo el Premio Pulitzer por una serie de reportajes sobre Gee’s Bend para Los Ángeles Times y que colaboró con André Agassi en Open, una autobiografía del tenista cuya lectura es más que recomendable incluso para a quienes el deporte nos les interese gran cosa; ahora avergiuo que El bar de las grandes esperanzas es la primera de sus novelas (publicada en 2005 aunque tarda diez años en estar disponible en español) y que en 2012 apareció Sutton, sobre la vida del ladrón de bancos de idéntico apellido.
El bar de las grandes esperanzas es un libro con notables reminiscencias autobiográficas aunque tenga numerosos elementos de ficción conforme pone de manifiesto de manera explícita su propio autor. La obra narra la vida de J.R. (sólo las siglas, sin necesidad nombre ni apellido) desde su infancia hasta bien entrada la treintena (en realidad hasta el 11 de septiembre de 2001).
El bar de las grandes esperanzas es una novela sobre amistades y desencuentros, acerca de los lazos familiares y de las relaciones de pareja, que centra su atención en el transcurso del tiempo y sus efectos devastadores sobre seres humanos y objetos y que trata de reflexionar en torno a sentimientos como el egoísmo, el amor, la lealtad, el tedio, la inseguridad, la melancolía…; en definitiva, una obra sobre la intrahistoria que no suele aparecer en los medios de comunicación (y eso lo sabe bien J.R. Moehringer como periodista que ha sido y es).
Para sustentar esta trama argumental J.R. Moehringer emplea un espacio mítico como es el bar Publicans (anteriormente llamado Dickens) ubicado en la ciudad de Manhasset, verdadero ecosistema en el que se relacionan los distintos (y numerosos) personajes que pueblan la novela. Borracheras monumentales, apuestas imposibles (generalmente relacionadas con el mundo del deporte), anhelos insatisfechos, relaciones inverosímiles… conforman un submundo tan pintoresco como fascinante.
Debo subrayar que, sin resultar en absoluto desdeñable (sería un calificativo profundamente injusto) El bar de las grandes esperanzas es un libro irregular, que alterna los momentos de máxima inspiración con los pasajes tediosos. Tal circunstancia afecta no sólo al tempo de la novela (que encalla en determinados momentos como si de una formidable calma chicha se tratara), sino al empleo de distintos recursos estilísticos. De esta manera, el autor demuestra una innegable maestría a la hora de recrear ambientes, de generar ingeniosos y brillantes diálogos, de transmitir sentimientos de camaradería; cuestión diferente es la parte puramente narrativa de la obra, donde advertimos mucho menos vigor (incluso en ocasiones cierta astenia literaria).
A mi juicio a la novela le sobran páginas y le faltan algunas lecturas adicionales que hubiesen permitido corregir buena parte de los inconvenientes que aquí estoy citando. Porque lo que parece evidente es que J.R. Moehringer tiene cosas interesantes que contar y escribe francamente bien.
En cualquiera caso es preciso dar la bienvenida a J.R. Moehringer al mercado editorial. Esperamos la inminente traducción de su libro Sutton al castellano con la percepción de que puede resultar un autor a seguir. El tiempo lo dirá.
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J.R. Moehringer. El bar de las grandes esperanzas. Duomo Ediciones.
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Especialista en nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas al ámbito del periodismo. Ha publicado alrededor de diez libros y más de treinta artículos en revistas científicas. Le gusta leer. [/author_info] [/author]