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En Cincuentopía nos suena la cara de… Kiko Ledgard

Kiko Ledgard

En Cincuentopía nos suena la cara de… Kiko Ledgard, uno de los más conocidos rostros de Televisión Española en la década de los setenta y cuyo recuerdo entre una generación de cincuentópicos se extiende décadas después de su fallecimiento.

Kiko Ledgard (1918-1995) fue un hombre sumamente polifacético. El cuarto de seis hermanos, trabajó en una compañía aeronáutica, fue boxeador con más que notables resultados, desarrolló su actividad como ejecutivo de una agencia de publicidad y a partir de finales de los cincuenta comenzó una exitosa trayectoria en los medios de comunicación de Perú.

A principios de los años setenta Kiko Ledgard llega a España. En un primer momento presenta el programa Hoy también es fiesta pero su gran éxito se produce a partir de 1972, gracias a su intervención en Un, dos, tres.. responda otra vez. Su estilo desenfadado, ágil, simpático y con un excepcional dominio de las técnicas televisivas dejó boquiabiertos a los espectadores españoles.

Al frente del programa en sus dos primeras etapas (1972-74 y 1976-78) se convierte en uno de los personajes más populares y conocidos por parte de la opinión pública. Además consolida su fama con su intervención en programas como 300 millones o el V Festival de la Canción Infantil.

Un grave accidente sufrido en 1981 en Perú, cuando estaba a punto de regresar a la cadena América Televisión, supuso su retirada del mundo de los medios de comunicación hasta su fallecimiento catorce años después ya en Madrid.

A lo largo de su trayectoria profesional Kiko Ledgard obtuvo numerosísimos galardones, incluyendo dos TP de Oro. Además, gozó del cariño del público hasta unos extremos verdaderamente excepcionales.

Por eso, en Cincuentopía nos suena la cara de… Kiko Legard.

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«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».

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