En Cincuentopía nos suena la cara de… Pedro Macía. Como para no sonarnos: estamos ante uno de los grandes clásicos de Televisión Española, ante un profesional de formidable valía cuyo talento quizá no fue todo lo aprovechado que debiera haber sido.
Pedro Macía (1944-2012) comenzó en el mundo del periodismo a comienzos de los años sesenta a través de la emisora Radio Juventud, de ahí pasó a Radio Nacional de España y en 1963 ya se encontraba trabajando en Televisión Española, en primer lugar prestando su voz para reportajes emitidos en los telediarios y con posterioridad como un verdadero profesional «todoterreno» que era capaz de narrar un partido de baloncesto, presentar un programa de variedades o situarse al frente de un telediario.
Quedan en el recuerdo su participación en En antena, Punto de vista, Fin de semana, Revista para la mujer, Por tierra, mar y aire, Noches de Europa, Un pueblo para Europa, Investigaciones en marcha…
Durante la segunda mitad de los años setenta y comienzos de los ochenta Pedro Macía estuvo al frente de distintas ediciones de los telediarios, lo que contribuyó a reforzar todavía más su popularidad. A lo largo de esos años sufre distintos vaivenes y avatares, en muchas ocasiones debido a su carácter independiente e inquebrantable. Y ya en la década de los noventa su rostro desaparece de la pequeña pantalla.
A lo largo de su carrera Pedro Macía obtuvo numerosos galardones. Entre ellos destacan el Premio Ondas y el Premio Micrófono de Oro. Además publicó un libro excelente, Televisión Hora Cero, en el que explica tanto el invento en sí como su desarrollo en el caso concreto de España.
Por eso, en Cincuentopía nos suena la cara de… Pedro Macía.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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