Por muchos es sabido que Ludwig Van Beethoven (1770-1827) fue un niño prodigio. Y aunque no alcanzase un nivel tan excelso como el exhibido por Mozart, para disgusto de su progenitor, queda fuera de duda que fue un muchacho deslumbrante sentado al piano.
Pero este Beethoven pueril, no es el que subsiste en el imaginario colectivo de occidente. Tampoco lo es aquel que con treinta años compuso su primera sinfonía.
El Beethoven tarareado en nuestras duchas, el desvirtuado por millones de flautas dulces en escuelas de todo el planeta, el silbado por todos los estratos sociales, el Beethoven genio es el que, sobrepasado el medio siglo de vida y en justa permuta con la humanidad, recibe la inmortalidad a cambio de su novena sinfonía.
Van a ser muchos los intentos frustrados por transmutar en el pentagrama la oda a la alegría, escrita por su compatriota Friedrich Von Schiller, y aglutinará múltiples versiones, pero ninguna satisfactoria. Y es que el impaciente Ludwig no tendrá más remedio que alcanzar una edad provecta, rica en experiencia, en conocimientos, para que ese talento latente en la niñez, se impregne del espíritu cincuentópico y, superando lo sublime, firme la versión definitiva de su catártica sinfonía ‘Coral’.
Proponemos para los seguidores de Cincuentopía este archiconocido fragmento del cuarto movimiento, el Himno u Oda a la Alegría, interpretado por la Orquesta Sinfónica Hispalense bajo la dirección de José Carlos Carmona. Está extraído del canal Alefur en YouTube.
Y los que no se conformen, tienen a su disposición la sinfonía completa en la versión dirigida en julio de 2012 por Daniel Barenboim en el Royal Albert Hall de Londres.