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Diario (1893-1937), del conde Harry Kessler

Conde Harry Kessler

Desde hace algún tiempo tenía ganas de leer Diario (1893-1937), el libro del conde Harry Kessler editado por José Enrique Ruiz-Domènec. La experiencia ha superado mis expectativas y paso a compartirla con los seguidores de Cincuentopía.

Presentemos en primer lugar al personaje: el conde Harry Kessler (1868-1937) es uno de los grandes representantes de la Europa cosmopolita de finales del siglo XIX y comienzos del XX; esa Europa, tan bien reflejada por autores como Stefan Zweig y su El mundo de ayer, donde no había fronteras, se transitaba entre países sin trabas y el conocimiento fluía de manera libre.

Hijo de un banquero alemán ennoblecido por sus servicios al káiser Guillermo y de una aristócrata anglo-irlandesa, el conde Harry Kessler era trilingüe (hablaba con similar nivel de precisión alemán, inglés y francés), tenía una esmerada formación en derecho e historia del arte, fue de los primeros en descubrir (y ponderar en su justa valía) las vanguardias, participó en la Primera Guerra Mundial, ejerció como embajador en Polonia para proceder a la repatriación de las tropas alemanas, fue candidato del Partido Demócrata Alemán, abogó por una Sociedad de Naciones que se erigiera en un verdadero gobierno de los países, asistió con horror al ascenso del nazismo y vivió en el exilio sus últimos años a caballo entre París, Palma de Mallorca y el sudeste de Francia hasta su fallecimiento en Lyon.

Diario (1893-1937) es en realidad una antología de los diarios que el conde Harry Kessler comenzó a escribir cuando apenas era un adolecente y no concluyó hasta su fallecimiento (su última entrada es de dos meses antes de morir). La totalidad de dichos diarios ocupa nueve volúmenes y por encima de las 6.000 páginas.

De la mano del conde Harry Kessler recorremos los principales recovecos culturales de Berlín, nos sumergimos en la noche de París, paseamos por las calles de Londres, nos asombramos ante la belleza de Troya, navegamos hasta atravesar el Atlántico y llegar a México, asistimos a la formidable acumulación de arte de Roma, Florencia y Venecia… Y de la misma manera nos horrorizamos ante los paisajes quemados de algunos pueblos de Bélgica, frente a las llanuras cubiertas de cadáveres ya dentro del territorio de la Unión Soviética o delante de alguno de los parajes de Alemania conforme va siendo ocupada por los ejércitos de los aliados.

Por las páginas de Diario (1893-1937) nos encontramos ante personalidades tan conocidas en el mundo de la cultura como Munch, Verlaine, Rodin, Strauss, Hofmannsthal, Cocteau, D’Annunzio, Ida Rubinstein…; pero también aparecen algunas figuras esenciales para comprender la historia alemana de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX: Hindenburg, Ludendorff, Falkenhayn, Liebknecht…

1914 marca un antes y un después en la trayectoria vital del conde Harry Kessler. Hasta aquel momento puede vivir su sueño de una Europa cosmopolita y apostar por la cultura como sostén de la civilización del viejo continente. A través de su ojo experto aprendemos a valorar mejor las vanguardias pictóricas, a comprender la revolución musical en marcha, a ser conscientes de los considerables cambios que acaecen en la arquitectura y en la escultura.

Sin embargo el comienzo de la Primera Guerra Mundial no sólo le conduce a las trincheras sino que le muestra a las claras hasta dónde puede llegar la maldad del ser humano de la que él mismo es partícipe. Pocas descripciones hay de este conflicto del calibre de las ofrecidas por el conde Harry Kessler. En su calidad de oficial de enlace nos habla de aspectos muy poco tratados por otros autores: desde la compleja logística que conlleva una conflagración de esta naturaleza hasta las abundantes (y desesperantes) pugnas internas en las fuerzas armadas de ambos lados. Es en esta faceta donde Diario (1893-1937) brilla con fuerza inusitada.

Es preciso tener en cuenta que el autor iba escribiendo sus diarios conforme se iban produciendo los acontecimientos; jamás los retocó y la muerte impidió reorganización alguna. De ahí que valoremos en su justa medida lo profético de algunos de sus juicios: en ocasiones de índole artística, al ponderar la obra del escultor Gustav Vigeland cuando ni siquiera era conocido en su propio país de origen, o al profetizar el éxito que tendría una ópera como El caballero de la rosa en cuyo libreto llegó a participar; y otras veces de carácter político, al aludir a la incansable capacidad de trabajo de Churchill y a lo que sucedería si alguna vez llegaba a ocupar el número 10 de Downing Street o al prever cuál podía ser la ulterior trayectoria del general polaco Pildsudski o del político hindú Shastri.

Particular ponderación merece el prólogo de José Enrique Ruiz-Domènec, quien asimismo se ha encargado de la antología de textos. Su introducción permite una mejor comprensión de la obra del conde Harry Kessler, de sus anhelos vitales, de su gusto por la belleza y de su afán por la justicia. También es sumamente acertada la nota final al libro, realizada por el traductor Raúl Gabás, quien explica algunos de los desafíos que ha supuesto enfrentarse a un texto de esta naturaleza. Incluso la portada me parece especialmente bella, con la fotografía  que en 1911 Hugo Erfurth realizó al autor en primer plano.

Recomiendo acceder a Diarios (1893-1937) sin prisa alguna, muy poco a poco, admirando cada frase, disfrutando de cada idea, paladeando la sabiduría estética del autor y también su lucidez intelectual y su notable brillantez literaria. Su atenta lectura nos permitirá comprender realidades como el surgimiento y consolidación de las vanguardias, la llegada de los totalitarismos a las sociedades europeas y los verdaderos responsables del apogeo de tales movimientos, el auge del nacionalismo de naturaleza más cerril…

Por desgracia la obra del conde Harry Kessler no está traducida al español. En el caso de los diarios completos tengo mis dudas de que editorial alguna se atreva a acometer una tarea de esta magnitud a corto plazo. En cualquier caso, quizá la difusión de esta versión reducida puede contribuir a acelerar dicho proceso. Para los muy interesados sobre su figura, recomiendo la página web correspondiente a la Sociedad Conde Harry Kessler, aunque con la advertencia de que sus contenidos únicamente están en alemán.

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Conde Harry Kessler. Diario (1893-1937). Libros de Vanguardia.

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[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2014/02/david-parra.jpeg[/author_image] [author_info]David Parra

Especialista en nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas al ámbito del periodismo. Ha publicado alrededor de diez libros y más de treinta artículos en revistas científicas. Le gusta leer. [/author_info] [/author]

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