Por misa paródica en la escuela franco flamenca se entiende un tipo de composición politextual en la que se combina la música sacra con las canciones de naturaleza profana. Se da la circunstancia de que muchos motetes litúrgicos son cantados con dos textos: el sacro, tomado de la Biblia, y el profano, de temática amorosa.
El surgimiento y posterior consolidación de este fenómeno tiene mucho que ver con el cambio sobre el papel a desempeñar por el ser humano en su estancia en la Tierra que se produce durante la transición de la Edad Media al Renacimiento: frente a la concepción esencialmente teocéntrica del individuo medieval, el emergente hombre renacentista se caracteriza por disponer de conciencia histórica propia.
En coincidencia (y estrecha relación) con dicha novedosa perspectiva se produce también una transformación en la técnica musical que tiene mucho que ver con el desarrollo de la polifonía y el alumbramiento del compositor autónomo más allá del intérprete anónimo de siglos atrás.
Este cambio conoce serias restricciones por parte de la autoridad religiosa, quien considera que esta clase de música se aparta de la ortodoxia representada por el canto gregoriano tradicional, concebido como un procedimiento para transmitir al pueblo las palabras sagradas. El documento Docta Sanctorum Patrum (1325) del Papa Juan XXII constituye un ejemplo significativo de dicha actitud.
El fenómeno de las misas paródicas adquiere particular relevancia en el entorno de los compositores de la escuela franco flamenca (cuya actuación se sustenta en buena medida en sus predecesores de la escuela borgoñona), esencialmente entre la segunda mitad del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI.
De todos ellos el que mayor proyección alcanzó en su momento fue Josquin des Prés (oscurecido posteriormente por la excelsa figura de Palestrina), del que se conservan nueve misas paródicas de especial relevancia. Disfrutemos de este ejemplo, encontrado en el canal en YouTube de Michael Nelson: la Missa de Beata Virgine.
Una línea similar es la aportada por Pierre de la Rue, también con una extensa producción de la que hemos seleccionado, O Salutaris Hostia, síntesis de su peculiar producción.
Y el tercer y último representante es Jacob Obrecht, hoy en día no tan renombrado pero con una meritoria trayectoria compositiva, como queda demostrado en este fragmento de Salve Regina extraído de Micrologus2.
Las misas paródicas representaron una nueva manera de concebir la música y su relación con la difusión de determinadas creencias y mensajes. Como sintetizó el compositor y tratadista Lampadius: «Tienen muchas, variadas y sutiles cláusulas, ornadas con muy apropiadas fugas y cánones, llenas de suavidad, y muy especialmente idóneas en el arte de la composición».