Hace algunos meses publicamos en Cincuentopía una entrada sobre los comienzos de algunas películas destacadas. Hoy damos la vuelta a la tortilla y nos centramos en los finales míticos de algunas películas que ya forman parte de nuestro recuerdo.

Por motivos de espacio hemos elegido cinco aunque reconocemos que las posibilidades en cuanto a finales míticos de películas se refiere son muy numerosas. Y las ganadoras son (las ponemos por orden cronológico): Con faldas y a lo loco, Los pájaros, Cinema Paradiso, Thelma y Louise y Los puentes de Madison.

Con faldas y a lo loco (1959, Billy Wilder)

Uno de los finales más hilarantes de la historia del cine para una película tan divertida como aguda que no tuvo exenta de problemas con la censura (principalmente debido a algunas de las escenas protagonizadas por Marilyn Monroe). Lo que es estar enamorado, por mucho que te digan no te convences de otra cosa sino de lo que quieres ver. Fabuloso intercambio de pareceres entre dos actores del calibre de Jack Lemmon y Joe E. Brown. Y es que, como bien dice la última frase: nadie es perfecto.

Los pájaros (1963, Alfred Hitchcock)

Más de cincuenta años después muchos analistas siguen preguntándose de qué va el final de la película (en realidad hay quien se cuestiona de qué va la película entera): ¿era alguna clase de metáfora sobre el apocalipsis nuclear, se trataba de una broma a las que era tan aficionado el afamado director o había otra explicación? El caso es que cuando el coche se aleja y las aves se quedan un malestar se queda en el paladar del espectador. Por cierto, el film carece del habitual The End lo que contribuye a incrementar el nivel de inquietud.

Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)

Besos, besos, besos y más besos para este emocionante homenaje al mundo del cine al que recortaron casi una hora de su metraje original. Besos amenizados por la siempre sugerente música del gran Ennio Morricone. Besos de Errol Flynn, de Rodolfo Valentino, de Anna Magnani, de Charles Chaplin, de Marcello Matroianni, de Olivia de Havilland, de Greta Garbo, de Gary Cooper, de Ingrid Bergman, de Totó… Besos, besos, besos.

Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991)

Dos de nuestras chicas favoritas (Susan Sarandon y Geena Davis), a quienes ya hemos recordado en alguna otra ocasión, montadas en un poderoso Ford Thunderbird modelo 1966. ¿Qué hacer cuando ya no hay nada que hacer? La respuesta es fácil o difícil, según se mire. Nunca un salto conmovió tanto a tantos (incluidos los directivos de la productora que jamás estuvieron de acuerdo con que la cosa acabara como concluyó).

Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995)

Ojos que se humedecen, gargantas que no son capaces de tragar, pechos a los que cuesta respirar… ¡Vaya faena que nos hizo un tipo tan duro como Clint! Vete con él, Meryl, vete con el fotógrafo, vete ahora que puedes, nos decía nuestro corazón; pero pese a las luces de intermitencia en mitad de la lluvia, ella se quedó con su marido, con sus hijos, con su vida de siempre. ¿Quién tiene ánimos de criticarla?

Como hay opiniones para todos los gustos, volvemos a plantear la cuestión que ya hicimos en la entrada de hace meses: ¿te gustan estos finales?; ¿cuál o cuáles más hubieras elegido tú?

Cincuentopía

«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce». [/author_info] [/author]