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Herejes de Leonardo Padura

Herejes de Leonardo Padura (1955) es la novela más ambiciosa del escritor cubano dentro del ciclo protagonizado por el expolicía/exdetective/bibliófilo/vividor Mario Conde (para quienes no conozcan al personaje aclaro que no tiene nada que ver con el célebre exbanquero español). Afirmar que se trata de la obra más ambiciosa no implica de forma necesaria considerarla como la mejor.

Antes que en Herejes, Mario Conde ya había aparecido en otros siete libros (los cito por orden cronológico): Pasado perfecto; Vientos de cuaresma; Máscaras; Paisaje de otoño; Adiós, Hemingway; La neblina del ayer; y La cola de la serpiente (versión corregida). Todos ellos han sido publicados en lengua española por Tusquets Editores.

A través de las aventuras (las menos) y desventuras (las más) de Mario Conde, Leonardo Padura permite al lector contemplar la evolución de un personaje cincelado con una admirable técnica literaria, tanto por su solidez como por su extraordinaria versatilidad. De Conde (El Conde para quienes le tratan más íntimamente) conocemos sus sucesivos cambios de oficio, sus devaneos amorosos, sus dudas existenciales, sus épicas borracheras de ron barato y, sobre todo, sus relaciones de amistad con una entrañable pandilla de perdedores (nunca de derrotados por la vida): Carlos El Flaco (cada vez menos flaco), El Conejo, Candito El Rojo (cada vez menos rojo), Yoyi El Palomo, Andrés (desde la distancia)…, todos ellos afianzados ya en lo que el autor califica como «las amables cuevas de los recuerdos».

Y, de manera paralela, el ciclo de novelas también ofrece unas magníficas claves para comprender la evolución (más bien involución) de un país como Cuba a lo largo de casi un cuarto de siglo: del sueño de un futuro mejor a la pesadilla de un presente manifiestamente empeorable en todo tipo de ámbitos (político, económico, social, moral, cultural, policial, gastronómico y, por encima de cualquier otra consideración, anímico).

Comentaba al comienzo que Herejes es la novela más ambiciosa de las ocho protagonizadas hasta la fecha por Mario Conde. Leonardo Padura la estructura en tres breves relatos cuyos nexos comunes son la heterodoxia, el desarraigo social y vital, la búsqueda de alternativas al statu quo consolidado y la huida hacia delante (con resultados desastrosos en todos los casos).

En la primera parte Padura utiliza los vicisitudes del barco Saint Louis (posiblemente uno de los episodios más vergonzosos de la Segunda Guerra Mundial, lo que ya da una idea de la magnitud del asunto) para reflexionar sobre el expolio sufrido por los judíos a lo largo de la historia y establecer a Mario Conde tras la pista de un valioso cuadro cuya pista se perdió hace décadas.

La segunda historia se sitúa en la ciudad de Amsterdam durante el siglo XVII. Nos muestra el funcionamiento de un taller de pintura (el del maestro Rembrandt, presumible autor del cuadro extraviado anteriormente comentado), así como las complicaciones por las que atraviesa un joven judío empeñado en labrarse un porvenir en dicho arte (un aspecto explícitamente prohibido en su religión).

Por último Padura aprovecha la anécdota de la desaparición de una joven de 18 años para enfrentarnos ante el fenómeno de las nuevas tribus urbanas en general, con una especial incidencia en lo referido a los emos, y su peculiar inserción en la actual sociedad cubana en particular. Traiciones, intrigas y contradicciones conforman este tramo final del libro.

Pero, como también anticipaba, considerarla la novela más ambiciosa no supone que Herejes sea la mejor obra del ciclo de Mario Conde. A lo largo de sus páginas el autor mezcla materiales narrativos tan diversos como la Torá, el funcionamiento de la policía, el gnosticismo y la ensomatosis, el proceso de preparación de un lienzo, el exilio cubano a Miami, la corrupción galopante en la isla, la compra-venta de libros de viejo y el destino del cuadro La conjura de los bátavos bajo Claudius Civilis, entre otros.

La enorme heterogeneidad de dichos componentes dificulta la labor del cosido narrativo. Es preciso reconocer que, en esta ocasión, no todas las puntadas de Padura tienen el necesario grado de uniformidad para conformar una obra redonda. Mi sensación, como seguidor tradicional de anteriores libros de Mario Conde, es la de quedarme con la miel en los labios.

En cualquier caso Herejes es una novela muy recomendable, tanto para quienes ya han asistido a anteriores correrías de Mario Conde como para los que no conozcan todavía al personaje. Además siempre servirá de acicate para leer otras obras de Padura en las que no aparece su célebre detective, como la excelente El hombre que amaba a los perros.

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Leonardo Padura. Herejes. Tusquets Editores. Barcelona, 2013

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Tags: DESTACADOS, LEER

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