¡Atención, noticia bomba: ha vuelto Kurt Wallander! Cuando pensábamos que ya no había marcha atrás, Henning Mankell da de nuevo vida al célebre policía de Ystad en su libro Huesos en el jardín.
Confieso que soy un gran seguidor de la obra de Henning Mankell (1948) en general y, en particular, de las novelas protagonizadas por Kurt Wallander, su más famoso personaje. He leído de cabo a rabo todas y cada una de ellas, desde Asesinos sin rostro (ambientada durante 1990) hasta El hombre inquieto (que tiene lugar entre 2007 y 2010 y parecía la despedida del policía sueco), incluyendo La pirámide (un conjunto de relatos que abarcan de 1969 a 1990 y que corresponderían a sus primeros casos cuando todavía era un joven agente).
Huesos en el jardín es, más que una novela, un relato largo. Mankell lo escribió hace unos cuantos años para una versión exclusivamente en holandés que con posterioridad fue utilizada por la BBC para incluirla como guion en uno de los capítulos de la serie televisiva dedicada al detective protagonizada por el actor Kenneth Branagh. En el epílogo se nos confirma lo que sospechábamos: es el testamento definitivo. Ya no habrá más libros sobre él.
La obra cuenta con un interesante posfacio en el que el autor explica cómo empezó a dar forma a Wallander en la primavera de 1990, tras una estancia de seis meses en África, los hechos histórico-sociales que sustentaron las posteriores novelas y los motivos de la decisión de dar por concluida su peripecia vital (“El peligro de que empezara a escribir por rutina”).
Por todo ello el libro se dirige, fundamentalmente, a los seguidores de Kurt Wallander. Quienes nunca se hayan asomado a su vida literaria se encontrarán un tanto perdidos por lo que quizá no sea la manera más adecuada de introducirse en el entorno de este fascinante personaje. Mi recomendación para aquellos que deseen acercarse por vez primera a sus andanzas sería el libro anteriormente indicado, Asesinos sin rostro, en el que el inspector de policía se enfrenta al doble asesinato de un matrimonio de ancianos y a los prejuicios raciales de una ensimismada comunidad.
Huesos en el jardín narra la aparición de dos cadáveres en el jardín de una casa de campo. Poco se sabe de ellos salvo que llevan enterrados desde hace décadas. En compañía de sus colegas Martinsson, Stefan Lindman y su hija Linda, Wallander se enfrenta a la habitual maraña de indicios y verdades a medias hasta que logra desentrañar el asunto.
La obra contiene algunos de los asuntos más frecuentes del universo de Mankell: el descontento vital de Wallander y su incapacidad para gestionar su vida particular y familiar, la inexorable degradación de la actividad de investigación policial como consecuencia de los recortes presupuestarios de Suecia, el temor al envejecimiento inherente al ser humano…
Henning Mankell anunció a comienzos de 2014 que padece cáncer. Desde entonces escribe en su página web cómo está afrontando esta enfermedad. Tusquets Editores, que ha publicado la gran mayoría de su obra en lengua castellana (y catalana) cuenta también con un sitio web exclusivamente dedicado al autor con la traducción de sus experiencias ante esta dolencia.
Ha llegado el final para Kurt Wallander. Sus seguidores nos encontramos ante esa misma situación de orfandad ante la que se enfrentaron en su momento los de Sherlock Holmes con El problema final (con posterior resurrección por la presión popular) o los de Hércules Poirot tras Telón; y también quienes supieron que ya jamás volverían a saber de Pepe Carvalho después de que Vázquez Montalbán falleciera de un infarto en el aeropuerto de Bangkok o del comisario Maigret tras la apacible muerte de Simenon en su casa a las afueras de Lausana.
Ivo Andric escribió en Un puente sobre el Drina: “Pero no nos morimos, sino que vivimos aguardando en nosotros el pensamiento insoportable de la muerte”. Descanse en paz Kurt Wallander.
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Henning Mankell. Huesos en el jardín. Tusquets Editores. Barcelona, 2013.
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