Con La Cripta de los Capuchinos tenemos la enésima demostración del formidable talento literario de Joseph Roth, uno de los más grandes autores del primer tercio del siglo XX. ¡Qué mejor aval para disfrutar con la lectura de sus páginas!
En alguna ocasión hemos realizado la diferenciación entre literatura y Literatura. La primera es, sin duda alguna, muy digna: sus autores se esfuerzan por redactar textos armoniosos, afrontan toda clase de dificultades e incomprensiones, son víctimas de numerosas zancadillas y con su perseverante quehacer contribuyen a nuestro entretenimiento; pero la segunda es otra cosa: representa la culminación excelsa de un depurado e inextricable proceso creativo formalizado en un soporte material y eso sólo está al alcance de unos cuantos elegidos. Entre ellos se encuentra Joseph Roth.
De la figura y obra de Joseph Roth (1894-1939) ya nos hemos ocupado hace unos cuantos meses en Cincuentopía al analizar su novela corta Abril. Una historia de amor, uno de los primeros trabajos de este escritor. Sobrio, irónico, exquisito, perspicaz, desengañado, magistral… son algunos calificativos que podrían aplicarse a su actividad.
La Cripta de los Capuchinos es, por el contrario, una de sus últimas obras, escrita cuando el autor se encontraba en una penosísima situación personal: con su esposa internada en un centro mental y luego asesinada en aplicación de las leyes eugenésicas, con gran parte de su familia perseguida e internada (y posteriormente exterminada) en diversos campos de concentración, él mismo acosado en virtud de su condición de judío, su país invadido y anexionado, con constantes necesidades de dinero, consumido por su propio alcoholismo…
El libro narra la trayectoria del joven Francisco Fernando Trotta, heredero de una familia de orígenes humildes pero ennoblecida por el emperador Francisco José tras la batalla de Solferino (por cierto, tan sangrienta que dio origen a la creación de la Cruz Roja Internacional). Cuenta su juventud diletante, su paso por la Primera Guerra Mundial (una constante en buena parte de los personajes de la obra de Joseph Roth), el regreso a Austria y su peripecia vital ante la inminente entrada de los nazis en su país.
Pero la novela va mucho más allá de la mera anécdota personal. La Cripta de los Capuchinos, cuyo significativo título hace referencia al lugar donde descansan los corazones de la estirpe de los Habsburgo, describe la definitiva decadencia del que en su momento fue el formidable imperio austrohúngaro e incluso refiere la desaparición de un modus vivendi consolidado a lo largo de varios siglos entre determinados sectores de la sociedad (sin pasaportes, sin fronteras, sin nacionalismos). Su última frase (no descubro nada) resulta suficientemente significativa: “Y ahora, ¿a dónde puedo ir yo, un Trotta?”.
El libro de Joseph Roth es magnífico, una de sus mejores obras. Pocas veces ha brillado a tal altura este autor en la descripción y definición de ambientes, sentimientos y personajes. Sin perder su habitual ironía, aunque atenuada por las múltiples circunstancias personales anteriormente indicadas, a lo largo de las páginas de La Cripta de los Capuchinos va apareciendo un conjunto de personajes verdaderamente memorable: desde el primo gorrón Joseph Branco hasta la madre gélida e incapaz de expresar el verdadero amor que siente por su hijo, pasando por los gandules amigos de Viena o por el sorprendente cochero Manes Reisiger, entre otros muchos.
La Cripta de los Capuchinos contiene un sinnúmero de frases sobresalientes, cinceladas por la poderosa pluma del escritor. Vaya aquí un mero apunte con algunas de ellas: «Piense usted que no hay nada más vulgar que la venganza. No hay nobleza sin generosidad, como no existe la venganza sin la vulgaridad”; “Éste es uno de los misterios de las madres: no renuncian jamás a volver a ver a sus hijos, ni a los que creen muertos ni a los que verdaderamente lo están; y si fuese posible que un niño muerto resucitase delante de su madre, ella lo cogería en sus brazos con toda naturalidad como si el niño no volviese del más allá, sino de algún lugar lejano de este mundo”; “(…) aunque entonces era demasiado joven para mostrar mi ternura sin sentir vergüenza, me di cuenta en ese mismo momento de que hace falta ser completamente maduro, o por lo menos tener mucha experiencia, para mostrar nuestros sentimientos sin inhibiciones”.
Siempre nos quedará la duda de lo que hubiera podido dar de sí Joseph Roth de no haber desaparecido cuando apenas contaba cuarenta y cinco años (o también de haber vivido en unas condiciones menos extremas y penosas). Es posible que lo mejor de su obra todavía estuviese por llegar. Pero aun así le dio tiempo a crear no menos de media docena de textos maestros, todos ellos encuadrados en la Literatura. Para los interesados en acercarse a su excelente producción ya traducida al castellano, les recomiendo los libros publicados por la editorial Acantilado.
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Joseph Roth. La Cripta de los Capuchinos. Acantilado.
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David Parra
Especialista en nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas al ámbito del periodismo. Ha publicado alrededor de diez libros y más de treinta artículos en revistas científicas. Le gusta leer. [/author_info] [/author]