Hace 20 años un dios del fútbol fue derrotado por sus flaquezas humanas. Diego Armando Maradona, uno de los más grandes ponía fin a una carrera tan brillante y espectacular como llena de sombras y polémica. El mes de junio de 1994 debía ser una fiesta para el fútbol argentino. La selección albiceleste, campeona del mundo en 1996 y subcampeona en 1990, había renacido de la mano del hombre que la había encumbrado. Tras tocar fondo en el 0-5 encajado en casa frente a Colombia en la fase de clasificación mundialista, el técnico Alfio “El Coco” Basile parecía haber encontrado la pócima mágica para colocar a Argentina como una de las candidatas al título. Una nueva generación de talentos liderada por Fernando Redondo, Gabriel Batistuta, Diego Pablo Simeone y Fernando Cáceres se unía a la vieja guardia de los dobles finalistas mundiales: Oscar Ruggieri, Claudio Cannigia y, por supuesto Diego Armando Maradona.
“El Pelusa” llegó al Mundial de Estados Unidos como un hombre renacido. Tres años antes, en 1991, había dado positivo por cocaína tras un partido en la liga italiana con su equipo, el Nápoles. La Federación le sancionó con 15 meses apartado de los terrenos de juego. Tras cumplir la sanción, Maradona abandonó la liga del país transalpino y llegó a Sevilla muy lejos de su mejor forma hasta que encontró cobijo en su país en el Newell´s. La derrota ante Colombia y, posiblemente, ese apasionamiento que toda Argentina ha sentido siempre por el “10”, le devolvió a la selección para la cita norteamericana. Diego parecía estar en forma, parecía un hombre recuperado, un ser sano, pero todo fue un sueño. La realidad era otra muy distinta.
Argentina tuvo que jugar una eliminatoria de repesca para estar en el mundial. El rival fue el mismo al que ha vencido España en la cita brasileña, Australia. Alfio Basile le pidió a Maradona que volviera a enfundarse la casaca nacional. Lo hizo, y Argentina derrotó a los aussie. La subcampeona del mundo estaría en la lucha por el título. Otra vez, de la mano de Maradona.
El torneo no pudo comenzar mejor para los sudamericanos, dentro de un grupo a priori asequible. Argentina se estrenaba contra Grecia en el Foxboro Stadium de Boston y la destrozó. 4-0 con hat-trick de Batistuta y golazo de Maradona. En el minuto 60 una colección de cinco pases cortos en la frontal del área entre Fernando Redondo, Claudio Cannigia y, finalmente, Maradona acabó con el balón alojado en la portería defendida por Antonis Minou. Su rabia al festejarlo, corrió a la cámara, como si quisiera reivindicarse, como si quisiera decir “regresé”, dio la vuelta al Mundo. No marcó su último gol con la selección con la camiseta albiceleste, pero fue con esa casaca azul, la misma con la que quedó inmortalizado haciéndole dos goles a Inglaterra en México 86.
El segundo partido de la fase de grupos de Argentina fue contra Nigeria. En este Mundial de Brasil se han vuelto a enfrentar las dos selecciones y como hace 20 años el choque no tuvo historia, pero hace 20 años lo importante sucedió tras el encuentro. En el sorteo de quiénes debían pasar el control antidoping alguien sacó una bolita con el número 10. El de Maradona.
Cuatro días después saltaba la noticia. El dios del fútbol mordía el polvo por segunda vez: había dado positivo por efedrina y otras cuatro sustancias relacionadas. La FIFA le suspendió de inmediato. Y la AFA le expulsó de la concentración de Argentina. Junio de 1994 había entrado en la historia del fútbol, aunque en ese momento nadie lo imaginaba porque todos esperábamos más goles de Maradona en un mundial que ilusionaba.