La urbanofagia es un arte efímero que combina la cultura y la gastronomía para crear ciudades comestibles cuyo fin es ser devoradas en actos multitudinarios.
Desde los materiales empleados por los primeros artistas de la humanidad (grasas animales, sangre, albúmina de los huevos …) hasta el movimiento Eat Art aparecido a mediados del siglo XX, en el que los alimentos se incorporan como un material más, la alimentación (ingredientes, utensilios, preparación) ha formado parte del imaginario de los artistas.
Al polifacético artista Daniel Spoerri se le considera el ideólogo de la corriente Eat Art. Su obra Palindromic Dinner (1967) elaborada a partir de los desechos del vecindario, evidenciaba los cambios que en el ritual de la comida había introducido la incipiente sociedad de consumo. Tanto su restaurante Spoerri como su galería Eat Art se convierten en los escenarios de «contínuos happenings multimedia».
La tipología de las obras desarrolladas en el seno de la corriente Eat Art pueden clasificarse del modo siguiente: duradero, perecedero o que implique una acción artística o performance. desde este punto de vista, el público puede permanecer estático o puede entrar en contacto con la comida. Dentro de esta última opción, la de buscar la interactividad con el público, se encuadra el colectivo español Ali&Cia, cuyas cofundadoras son Alicia Ríos, filósofa de formación y profesora de Historia de la Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, y Bárbara Ortiz, arquitecto, también unidas por la profesión de sus padres, geólogos de campo e inspiradas en sus principios por el esposo de Alicia Ríos, el arquitectio Francisco García de Paredes fallecido en 1.999.
Hasta llegar a la urbanofagia, sus comienzos a finales de los 80 consistieron en los Sombreros Comestibles -una serie de postales en las que unas modelos lucían unos sombreros gigantescos a lo Carmen Miranda-, las Pictofagias -la ingesta de cuadros reproducidos con alimentos, que se hizo por primera vez en el Museo Thyssen-Bornemisza sobre la obra Habitación en hotel, de Edward Hopper, las Logotipofagias -creada para la I Bienal de Arte Contemporáneo de la Fundación ONCE- o las Bibliotecas comestibles.
En España, Madrid, Gran Canaria y Segovia han sido recreadas por el colectivo Alic&Cia. En Madrid, la Puerta de Alcalá se hizo en chocolate blanco, la Biblioteca Nacional se confeccionó en milhojas aludiendo a los libros que custodia, la Casa de América se conformó con pinchos de frutas tropicales representando a las distintas culturas hispanoamericanas, la Torre de Colón se confeccionó en sushi, la calzada se dibujó con tapenade, las aceras en crema de cacahuete y los bordillos en corteza de pan.Hasta se incluyó una manifestación en la que las personas eran representadas con unos piñones. Para la representación de Gran Canaria, que se denominó el Saqueo de Souvenirlandia, la playa de Maspalomas se dibujó con gofio, los turistas eran gambas a la plancha. Para el litoral norte de la isla se utilizó el jamón serrano. Para hacer los acantilados y desfiladeros se utilizó turrón.
Para apoyar la canddatura de Segovia como capital europea de la cultura para 2016 se organizó una performance denominada Devorar Segovia en la que se implicaron cocimeros ilustres como Cándido, que elaboró el Acueducto a base de cochinillo confitado en hojaldre.
Eating Melbourne! se gestó a partir del encargo realizado por el ayuntamiento de Melbourne destinado a la inauguración de un nuevo espacio público, la Federation Square, en cuya ceremonia se debían integrar las comunidades que conviven en la ciudad. El mapa de Melbourne se convirtió en un gigantesco mantel de 80 metros cuadrados, conformado por veinte mesas de 2 metros cuadrados, representando en comestible el centro de la ciudad, con sus edificios institucionales históricos y el contrapunto de los ultratecnológicos. En cada una de las mesas cada una de las 35 comunidades residentes en la ciudad construyó/cocinó su zona de la ciudad: los italianos recrearon las balaustradas de un parque mediante bocattinis y con canelones los puestos de los mercados. Los turcos levantaron unos rascacielos con dolmas (rollos de parra rellenos de arroz y carne). Una vez cocinada, cada mesa/comunidad fue llevada en procesión a la plaza pública, donde la ciudadanía fagocitó a su propia urbe. Cuando terminó el banquete, en palabras de Alicia Ríos, «Unos pájaros se comieron todas las migajas. Como si allí no hubiera pasado nada».
En 2015 la acción llevada a cabo en Lisboa no sólo integró toda la diversidad cultural de la ciudad representada por las distintas gastronomías residentes -cocina hindú, caboverdiana, brasileña, guineense, portuguesa, ucraniana, latinoamericana, rumana-, sino que además se ubicó frente al teatro Maria Matos, sito en una zona alejada del centro histórico de la ciudad.
Londres, Massachussets, Oxford … La recognoscibilidad de las ciudades representadas se obtiene mediante la identificación de los elementos urbanos característicos (edificios, parques, calles …). En aras de la representación no se descuida la seguridad alimentaria, puesto que los banquetes pueden prolongarse durante horas. La urbanofagia es un arte conceptual que se degusta.
FOTOS ARTÍCULO: Galería de Alicia Rios Ivars https://picasaweb.google.com/110662202469167725215
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