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Los cuerpos extraños, de Lorenzo Silva

Los cuerpos extraños supone un nuevo paso hacia delante en la trayectoria emprendida por Lorenzo Silva hace ya casi veinte años con su personaje Rubén Bevilacqua, investigador de la Guardia Civil española.

Se trata de la octava entrega de las peripecias profesionales y vitales de su singular protagonista, licenciado en psicología y aficionado a pintar figuritas de plomo, tras El lejano país de los estanques, El alquimista impaciente, La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro, La reina sin espejo, La estrategia del agua y La marca del meridiano. En la actualidad todas ellas, junto al resto de la obra del autor, están editadas en español por Destino.

La novela aborda el fenómeno de la corrupción en España, un aspecto ya apuntado por Lorenzo Silva en El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000) y, sobre todo, en La marca del meridiano (Premio Planeta 2012), y lo liga con la delincuencia a escala internacional.

Los cuerpos extraños nos permite acercarnos a aspectos de la vida personal de Rubén Bevilacqua que hasta el momento habían permanecido vírgenes para el lector. Además de su habitual acompañante, Virginia Chamorro, Silva consolida el peso específico de personajes secundarios como Arnau, Salgado, Lucía, Rebollo y, por supuesto, mantiene al inefable Pereira.

Bevilacqua ha cambiado mucho a lo largo de estas dos últimas décadas. Ha atravesado el medio siglo de existencia; su fallido matrimonio es cada vez más cosa del pasado; su hijo está a punto de entrar en la veintena; su carrera profesional en la Guardia Civil alcanzará el máximo grado en el medio plazo; la jubilación comienza a no contemplarse como un escenario tan lejano; los fantasmas de la soledad y de las relaciones perdidas acrecientan su sombra más nefasta… Y algo similar ocurre con su compañera de fatigas Chamorro, ya al filo de la cuarentena.

El devenir de Bevilacqua a lo largo de estas ocho novelas le ha ido aproximando de manera gradual a Plinio, el célebre policía local de Tomelloso. No es en absoluto casual que Lorenzo Silva haya declarado en más de una ocasión su explícito reconocimiento a la figura de Francisco García Pavón, creador de dicho personaje en los años cincuenta. Como Plinio, Bevilacqua alterna momentos de desencanto con un estricto sentido del deber y muestra su abierto escepticismo ante una realidad que le supera.

Los cuerpos extraños es una novela redonda. Silva vuelve a mostrar su virtuosismo a la hora de recrear el proceso de investigación policial y su integración con el sistema de instrucción procesal español. Su exquisita técnica narrativa atrapa al lector, quien se ve impelido a devorar las páginas del libro. Su capacidad para hacer crecer a los personajes, ya suficientemente demostrada en obras anteriores, alcanza ahora los máximos niveles de su carrera profesional.

Las páginas del libro permiten contemplar una fauna de personalidades amorales, cuyo nexo común es el cinismo y la carencia de valores cívicos pero también la lucha por la supervivencia en un entorno hostil y poco proclive para pautas éticas de ningún tipo. En este sentido el retrato social confeccionado resulta particularmente deprimente aunque no por ello menos veraz.

Por supuesto Lorenzo Silva es mucho más que Bevilacqua. El autor tiene a sus espaldas una sólida obra compuesta por títulos tan atractivos como La flaqueza del bolchevique, Del Rif al Yebala, El nombre de los nuestros o El cazador del desierto, con los que ha demostrado su capacidad para moverse con solvencia en muy distintos registros literarios hasta convertirse en uno de los mejores narradores españoles de finales del siglo XX y estos comienzos de siglo XXI.

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Lorenzo Silva. Los cuerpos extraños. Destino. Barcelona, 2014.

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