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Los demonios de Heimito von Doderer

Tengo la convicción de que existen ciertos libros que es preciso leer cuando ya se ha cumplido una determinada edad, sobre todo si se desea aprovechar al máximo lo que su autor pretende mostrarnos. Los demonios de Heimito von Doderer (1896-1966) constituye una buena muestra de esta particular categoría.

Heimito von Doderer supone una de las cumbres literarias austriaca, europea y mundial del segundo tercio del siglo XX, dentro de esa formidable generación en la que figuran nombres como Musil, Roth o Zweig, precedidos en el tiempo por otro no menos gigantesco grupo con Kraus o Schnitzler a la cabeza.

Cuando publicó Los demonios, tras un proceso de elaboración que abarca dos décadas, von Doderer tenía ya sesenta años y arrastraba un bagaje vital desmesurado: dos participaciones en la Primera y Segunda Guerra Mundial, sendas estancias en campos de prisioneros tras la conclusión de ambos conflictos, un paso del protestantismo al catolicismo, una breve militancia en el Partido Nacionalsocialista, una reconversión profesional pasados los cincuenta años (hizo un curso de archivador y bibliotecario para poder ganarse la vida), dos matrimonios atípicos (siempre vivió como soltero en su propio piso)…

Los demonios de Heimito von Doderer es una novela colosal. Colosales son sus dimensiones (más de 1.600 páginas en la versión presentada por Acantilado, introducida con toda erudición por Martin Mosebach y laboriosamente traducida por Roberto Bravo de la Varga): colosal es el despliegue de personajes puestos en escena por el autor (más de cien y todos ellos con una más que sólida personalidad narrativa); y colosal es la cantidad esbozada de ideas, conceptos, sentimientos, situaciones, frustraciones y escenarios.

A partir de un hecho como el incendio del Palacio de Justicia de Viena en 1927, Heimito von Doderer esculpe una primorosa crónica sobre la Viena del periodo de entreguerras. Cada una de sus páginas contiene la añoranza ante el esplendor perdido tras la caída de la dinastía Habsburgo y destila la fragancia que supone la suave decadencia del individuo inserto en una época en la que el miedo a la vida implica el sacrificio del presente a los ídolos de un futuro cada vez más difícil de prever.

Los demonios es una obra atípica y, como tal, nos introduce en conceptos novedosos (y fascinantes) para la práctica totalidad de los lectores. Por ejemplo, nos habla de lo que supone la segunda realidad en ámbitos como la propia personalidad, la sexualidad o la dicotomía entre vida y muerte; nos explica en qué consiste la noción de «simbolismo intestinal», una extraña mezcolanza entre pensamiento desarticulado, imágenes fragmentadas y «pensamiento antiortográfico», por expresarlo en los términos empleados por el autor; nos aproxima a la noción de muerte local, entendida como cambio vital.

Pero, al mismo tiempo, von Doderer alude a sentimientos universales y a realidades tan dolorosas como inexorables. Así, se explaya sobre el nexo trascendental que existe entre la ancianidad y la melancolía; analiza los riesgos de la inmediatez como factor de atenuación de la capacidad de reflexión («todo pensamiento realmente profundo busca la distancia, la del tiempo y la del espacio. No hay pensamiento profundo sobre lo inmediato»); y advierte ante el peligro que implica la indiferencia («la indiferencia no nos facilita una mirada objetiva y realista sobre las cosas del mundo; al contrario, la impide: la indiferencia nos vuelve ciegos y tampoco nos ofrece un consuelo, nos arroja al tedio de la vida»).

Sumergirse en las páginas de este libro requiere un esfuerzo inicial pero, más que nunca, ese plus de atención se ve compensado ante el derroche de talento literario y de conocimiento y comprensión del ser humano que es desplegado por Heimito von Doderer. Y así hasta convertirse en un sublime goce para todos nuestros sentidos (atención al conjunto acumulado de referencias visuales, auditivas, olfativas, gustativas y táctiles).

Los demonios de Heimito von Doderer tardó más de cincuenta años en ser traducida al español. Con excepciones como Un asesinato que todos cometemos y Relatos breves y microrrelatos (en ambos casos también editados por Acantilado), el grueso de su obra permanece inalcanzable para el lector castellano-parlante. Sin duda una carencia a la que convendría poner remedio lo antes posible.

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Heimito von Doderer. Los demonios. Acantilado. Barcelona, 2009.

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