Cristo crucificado, la obra de Francisco de Goya, se une a partir de este momento a la serie Mirar un cuadro de Cincuentopía.
La representación de la crucifixión ha alcanzado cotas de sublimidad en la historia de la pintura universal. Con seguridad a todos nos vienen a la mente las imágenes de unas cuantas obras de extraordinaria calidad por parte de pintores de la más variada índole a lo largo de los siglos.
¿Qué es lo que nos mueve a escoger un lienzo como Cristo crucificado de Francisco de Goya (1746-1828)? En realidad el motivo es lo mucho que nos dice acerca de su creador, cuya faceta como pintor religioso ha sido en muchas ocasiones infravalorada. De hecho se trata del cuadro que presentó en 1780 a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con el fin de lograr el rango de académico de mérito.
La obra es un prodigio técnico y también de sensibilidad artística. A diferencia de otras crucifixiones, Goya prefiere atenuar los aspectos más sangrientos y dramáticos y opta por proporcionar una visión estilizada del formidable drama que en ese instante estaba acaeciendo bajo la cruz de madera.
Resultan excelentes el tratamiento anatómico del cuerpo desnudo, el empleo del sutil esfumado, la utilización de transparencias y veladuras, el hábil uso de la iluminación artificiosa que otorga una sorprendente naturalidad al conjunto…
La interpretación de Goya se aleja sobremanera de la de los maestros del Barroco, situándose en la línea neoclásica por aquel entonces encabezada en España por Anton Mengs (las líneas de composición así lo atestiguan), sin perder por ello un ápice de emotividad ni de virtuosismo.
¿Qué pensar ante la mirada perdida del torturado encerrada en una cabeza cuya inclinación le dota de un notable dinamismo, ante su pierna derecha adelantada y la cadera en sesgo que parecen remarcar la humanidad de quien se halla delante del espectador, ante las extremidades claveteadas con minuciosidad?
Estamos ante un cuadro distinto de un autor sobre el que se ha escrito tanto y tanto que poco podemos añadir desde Cincuentopía. Únicamente nos queda disfrutar de su legado, paladear cada una de sus pinceladas, refocilarnos con su propuesta artística y con su universo creativo.
El Cristo crucificado de Goya se encuentra albergado en el Museo del Prado de Madrid. Y una última curiosidad: la obra fue seleccionada en su momento como la obra más original de la historia del arte por una universidad americana, ¡aplicando un algoritmo matemático!
La serie Mirar un cuadro de Cincuentopía consta de las siguientes entradas:
- Bar del Folies-Bèrgere de Èdouard Manet
- La tempestad de Giorgione
- Sagrada familia del pajarito de Bartolomé Murillo
- La esclusa de John Constable
- Descargadores de Arlés de Van Gogh
- Vieja friendo huevos de Velázquez
- La clase de danza de Degas
- La primavera de Botticelli
- Lady Agnew of Lochnaw de Sargent
- La Lamentación de Anton Van Dyck
- Gente al sol de Edward Hopper
- Autorretrato tirándose de la mejilla de Schiele
- La batalla de Trafalgar de Turner
- La boda de Chagall
«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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