En Cincuentopía estamos convencidos de que el nombre de Mónico Sánchez dice más bien poco a la práctica totalidad de la sociedad. Incluso podría llegar a pensarse que se trata de una errata y en realidad estamos queriendo aludir a otra persona y no de sexo masculino precisamente.
Nada más alejado de la realidad. Nuestra pretensión es reivindicar el nombre, la memoria y la obra de Mónico Sánchez, un formidable científico e inventor español cuya fértil producción ha quedado, por diferentes motivos, sumida en el olvido.
Mónico Sánchez (1880-1961) vino al mundo en un pueblo de Ciudad Real, lo que por aquel entonces era sinónimo de una vida pobre y repleta de incultura, con un índice de analfabetismo superior al 75 por ciento de su población.
Nada más lejos de la realidad. Desde niño destacó por una notable inteligencia que llamó la atención de su profesor, quien le animó a que siguiera estudiando. Y de esta manera Mónico Sánchez llega a Madrid a comienzos del siglo XX con la pretensión de estudiar ingeniería eléctrica.
Tres años después ya está en Estados Unidos, donde llega sin haber hablado ni escuchado jamás el inglés aunque lo había aprendido a leer y a escribir gracias a un curso de electricidad por correspondencia que había seguido. En 1907 consigue el título de ingeniero eléctrico y comienza a trabajar en una empresa dedicada a la instalación de aparatos eléctricos en hospitales.
Se inicia una vida profesional llena de éxitos e inventos. Mónico Sánchez idea el primer aparato de rayos X portátil (pesaba 40 veces menos que los convencionales de la época), una innovación con la que se labra una sólida reputación y consigue una notable fortuna.
Regresa a España en 1912, convertido en una persona adinerada. Construye en su pueblo natal (Piedrabuena) un avanzado laboratorio que es abastecido por una central eléctrica propia. La guerra civil y la posguerra resultan también letales para su creación. Acosado por unos y otros, incomprendido, envidiado, el aislamiento internacional le privó de las necesarias materias primas para proseguir su proyecto.
Poco a poco Mónico Sánchez fue viendo cómo la obra que había construido se desmoronaba ante la indiferencia de todos. Cuando fallece a comienzos de los años sesenta se encontraba en una situación económica precaria.
En la actualidad el laboratorio que montó en Piedrabuena permanece abandonado. Parte de su producción científica se alberga en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Allí se exhiben todo tipo de tubos de descarga, como los conocidos tubos de Crookes, de Geissler, de rayos X, etc., así como el generador portátil de rayos X y diversos aparatos de electroterapia fabricados en el laboratorio.
A los interesados en su figura, les recomendamos este reportaje de Documentos RNE. Desde Cincuentopía, expresamos nuestro reconocimiento a Mónico Sánchez, inventor, empresario y humanista.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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