Desde que el fundador de Galerías Preciados importó su celebración a España, no nos podemos sustraer a San Valentín, ya seamos singles por vocación o por obligación, detractores o partidarios de las celebraciones más o menos impuestas. O si compartimos o no el cinismo de Joaquín Sabina en unas declaraciones que realizó sobre el origen de algunos de uno de sus temas más románticos, Y sin embargo: “Pensé que debía hacer una canción del hombre que está enamorado pero mira el culo de otras mujeres, pensé que las mujeres cuando la escucharan me iban a odiar, pero me di cuenta que a las mujeres les pasaba lo mismo, que ellas iban por la calle con el marido y le miraban el culo a otros”.
O si estáis consumidos por una pasión irracional como la de Gregory Peck y Jennifer Jones en el western Duelo al sol. Os dejamos el desenlace de la película, porque es antológico. Te rogamos que te abstengas de ver el final si todavía no has visto el film, merece la pena.
O si estás sopesando, como hace el insigne Jaime Gil de Biedma en Canción de aniversario, los pros y los contras de la convivencia:
Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!
Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.
El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?
La realidad —no demasiado hermosa—
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.
La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
—mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común—, estoy seguro
que no puede hacer daño.
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