CONTARDESTACADOS
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¡Nos acabamos de tropezar con los Reyes Magos!

Los Reyes Magos de Oriente

Un 6 de enero de 1968 llaman a la puerta. Los niños, alborozados, corren por el pasillo a recibir a los visitantes. Son tan pequeños que el menor de ambos no alcanza ni a descorrer el pestillo. Han llegado los abuelos, medio sepultados por unas prometedoras cajas de regalos –amén del consabido roscón para el desayuno- que a duras penas les permiten avanzar por el pasillo y exclamando

«¡Nos acabamos de tropezar con los Reyes Magos de Oriente!»

¡Nos han dejado unos regalos para vosotros! ¡Asomaos por la ventana! ¡Que a lo mejor los véis todavía!”. Los pequeñuelos que encabezan la comitiva, corren como una exhalación hacia las ventanas que dan a la calle donde se ha producido el proclamado encuentro. Allí se encaraman a unas sillas estratégicamente situadas debajo de las ventanas y escudriñan a los viandantes que circulan a esas horas del día … No están.

No puede ser. No pueden haberse marchado tan rápido. En la víspera, la Cabalgata avanzaba muy lentamente. Tan lentamente como rápida había llegado la hora de irse a dormir. “¡Hay que acostarse pronto!” les había advertido su madre. “¡Si los Reyes Magos de Oriente ven que estáis despiertos, no os dejarán nada!” Terrible dilema, satisfacer la curiosidad de conocer a Sus Majestades o recibir los regalos como premio por haber sido buenos … Como si no fuera suficiente afrontar la incertidumbre de saber si el nivel de comportamiento observado habrá merecido la generosidad del mágico trío. Y soportando las dudas que los demás expresan sobre uno mismo. ¿Has sido bueno? Preguntan desde el tendero hasta el portero de la finca, pasando por el barrendero que ha venido a pedir el aguinaldo días atrás. Hay que dormir o al menos hacerse el dormido. Apretar los ojos, incluso taparse la cabeza, porque si por un descuido abrimos los ojos o por si un despertar súbito les impele a salir del sueño, pueden encontrarse con alguno de los Reyes Magos cara a cara. La noche ha dado de sí lo que ha dado y estamos a 6 de enero.

A la decepción, la reacción. “¡Bajamos a la calle a buscarles. Seguro que si nos damos prisa, les alcanzamos.!” “¡Pero si estáis en bata y pijama. Y sin desayunar!” A los mayores les toca serenar los ánimos y reconducir la atención de los niños hacia los regalos.  Detectar si se han cumplido sus expectativas. “¿Te han traído todo lo que habías pedido?” O contestar a cuestiones de ética y moral. “Pero si esto no lo he pedido. ¿Por qué me lo han traído?”. Y ante la espiral de medias verdades que van entretejiendo en torno a tan mágico acontecimiento, los mayores añoran la etapa en que ellos también se hacían las mismas preguntas. Continuará …

Esta reflexión está dedicada a un niño que advertido por sus compañeros acerca de la verdadera identidad de los Reyes Magos, se negaba a admitirlo bajo la premisa de que no podían ser los padres, porque “su madre era muy tacaña”.

 

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Cincuentopía

«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce». [/author_info] [/author]

Tags: CONTAR, DESTACADOS

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