Palabra sobre palabra reúne la totalidad de la obra poética de Ángel González publicada en vida. Y eso es decir mucho cuando se alude a uno de los más grandes poetas en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX, cuya influencia continúa creciendo conforme transcurren los años.
Palabra sobre palabra nos permite adentrarnos en el particular universo estético y conceptual de Ángel González (1925-2008), donde sobresalen temas como el amor como motor que mueve el universo, el sentimiento de hermandad entre los seres humanos abandonados a su suerte en un entorno insolidario y, sobre todo, la creciente perplejidad ante el mundo que nos rodea.
Este último aspecto es el que muy posiblemente explique el porqué del notable éxito del poeta y de la pervivencia de su lírica: quién no se ha sentido así alguna vez (o en más de una ocasión) a lo largo de su existencia, sobrepasado por la velocidad de los acontecimientos, aplastado por el peso inexorable de la vida, de titubeo en titubeo y sin capacidad de superar las dudas de un destino que parece indefectible.
En cierta medida la síntesis de la propuesta creativa de Ángel González la encontramos en el poema “Poética”, correspondiente a su libro Muestra, corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan: “Escribir un poema: marcar la piel del agua. / Suavemente, los signos / se deforman, se agrandan, / expresan lo que quieren / la brisa, el sol, las nubes, / se distienden, se tensan, hasta / que el hombre que los mira / -adormecido el viento, / la luz alta- / o ve su propio rostro / o –transparencia pura, hondo / fracaso- no ve nada.
A lo largo de los distintos poemarios que conforman Palabra sobre palabra advertimos la continuada apuesta del poeta por adentrarse en las cosas pequeñas de la vida pero sin incurrir en la banalización estética, su deseo explícito (siempre bajo el cincel de una profunda ironía) de utilizar el verso para denunciar la injusticia social, así como la búsqueda de la palabra sencilla, transparente y sin artificio como cauce para que discurra su mensaje ético.
Sin embargo, con ser todo ello importante, sería injusto limitar la paleta temática del poeta a los asuntos hasta ahora indicados. No hay un único Ángel González y el hecho de hallarnos ante una obra que recopila la (práctica) totalidad de su producción lírica nos permite percibirlo con mayor claridad. No resultaría exagerado afirmar que hay tantos AGs como libros publicó y casi tantos como poemas y versos pergeñó.
Y así nos encontramos con el vate esencialmente metafísico de Palabra sobre palabra pero también ante el de la fina sátira característica de Procedimientos narrativos; el lírico en apariencia despreocupado y seguro de sí mismo de Áspero mundo aparece en contraposición con el siempre cauto de Prosemas o menos; o el que en ocasiones nos sorprende con su visión intrahistórica del universo en Grado elemental parece bien distinto al de Deixis en fantasma, tan conmovedor en su balance vital.
Ángel González es uno de los más claros exponentes de la manera en que un poeta puede ser profundo sin caer en lo cursi, emocionar sin necesidad de recurrir a trampas sentimentales, resultar exquisito sin una aparatosa urdimbre verborreica. Su cuidadoso uso del lenguaje jamás deviene en hermetismo u oscuridad sino que siempre aporta resplandor a quien lo lee.
Por supuesto es muy difícil (aparte de bastante injusto) juzgar toda una trayectoria literaria en unos cuantos párrafos. Los textos de Ángel González están ahí, listos para que los degustemos y disfrutemos de ellos y con ellos. La gran virtud de un libro recopilatorio como Palabra sobre palabra es que nos permite adentrarnos, sin sinuosidades ni falsas expectativas, en el corazón y en la mente de uno de los mayores genios poéticos de estas últimas décadas. Esa suerte que todos tenemos y que nadie debería desaprovechar.
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Ángel González. Palabra sobre palabra. Austral.
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