Las parodias musicales son todo un subgénero dentro de la música clásica. Hay grandes artistas en este terreno, grandes músicos. Demuestran destrezas técnicas increíbles, aunque nos ofrecen fragmentos más o menos arreglados y no obras completas. Se les etiqueta como músicos de circo, y en el circo hay músicos dignos de estar en los grandes auditorios y teatros del mundo. Los hermanos Marx o Les Luthiers son un claro ejemplo de ese mérito artístico.
Diferencias entre un parodista y un solista
A la hora de examinar las parodias musicales no despreciemos a nadie, el trabajo de un solista y el de un parodista es similar, con conciertos y agotadoras giras nacionales e internacionales. El humorista trabaja con la música clásica reelaborada y hace parodia tanto de la obra como de los compositores e incluso de los intérpretes. Su aparente ventaja es que ofrecen la música fragmentada, sin embargo, tiene casi más mérito la reelaboración de los materiales de los otros con un ingenio especial, que la interpretación misma. Desde luego este vídeo de los hermanos Marx es muestra evidente de ello.
Bromas y humor en la música clásica
Las parodias musicales acercan una música aparentemente difícil de comprender a un público más numeroso gracias a la sencillez y al humor inherentes, quitándole el encorsetamiento de la música clásica. A pesar de ello, ninguna ha pasado a la historia como una obra con entidad propia ¿o sí?
La música clásica contiene muchas bromas entre su literatura y mucho humor que puede ser largamente listado. Mozart lo sabía y escribió su “Una broma musical” (Eine Musikalische Spass K. 522) con pasajes aparentemente desafinados o rítmicamente incoherentes, y también lo sabía Dvorak cuando escribió su “Humoresque” o Rossini con su “Duetto buffo di due gatti”. Recreémonos con la obra de Mozart.
Uno de los más grandes intérpretes de Schubert, Alfred Brendel, en su libro “De la A a la Z de un pianista” dedica un espacio considerable al humor en la música. A pesar de ser uno de mis más admirados pianistas, reconozco que ver a Brendel narrando sus disquisiciones sobre la materia resulta un poco triste, o aburrido -quizás sean un humor demasiado teutón para mi alma latina-. Brendel realizaba un ‘a modo de conferencia con piano’ en la que leía, más que explicaba, sus reflexiones sobre el humor en la música.
De los Hermanos Marx a Les Luthiers
Cuando se trata de divulgar la música clásica la comedia es una herramienta perfecta. El parodista disfruta la música más que el instrumentista, porque transmite una forma muy peculiar de disfrutar el arte: la ironía musical. Recuerdo los números musicales en las películas de los Hermanos Marx, con el arpa de Harpo y el piano de Chico. O, por ejemplo, esta otra joya con un divertido ejemplo dentro de las parodias musicales con Chaplin al violín acompañado por Buster Keaton al piano (aquí una versión resumida) donde ambos interpretan un dúo accidentado. La música suena increíblemente bien ¿playback o la magia del cine? En cualquier caso, divertidísimo número con un ¡violinista zurdo!
Triunfaba en todo el siglo XX en EEUU un fabuloso pianista-parodista con amplísimo repertorio y con espectáculos siempre brillantes. EL danés Victor Borge, nacido como Borge Rosenbaum, que trabajó en EEUU hasta su fallecimiento en 2000. Le hemos visto en innumerables películas de Hollywood y ahora en internet tenemos gran parte de su repertorio. Inefable Victor Borge: aquí celebrando su 80 cumpleaños y haciendo sufrir, de risa, a una flautista que lo acompaña.
This is Hollywood
En el ámbito del cine hay quien hace el camino inverso, grandes actores que contaban entre sus capacidades la de ser grandes músicos. El mejor, y no admito discusión, fue el británico Dudley Moore. Además de ser uno de los mejores comediantes de los ochenta era un pianista excepcional, como lo demostraba en todas sus películas: 10, la mujer perfecta, Arthur el soltero de oro, Infielmente tuya y Micki y Maude. En cualquiera de ellas se puede apreciar su alma de pianista clásico que nunca le abandonó. Aquí en un inefable número en el que acompaña, señala el presentador, “a sí mismo”.
De una generación anterior era el neoyorkino Danny Kaye. Confieso que siempre me resultó un actor difícil de digerir. Sus películas llenaban las emisiones en la Televisión Española de aquellos años debido probablemente a los ingenuos guiones e historias, inocuos para el sentimiento político y social de la época. También desarrolló una actividad de showman musical apreciable, que no nos llegaba.
YouTube nos brinda excepcionales y divertidos documentos que nos muestran a Kaye como director de orquesta o este curioso vídeo en el que Danny Kaye, en un entreacto del espectáculo, charla en el backstage con, nada más y nada menos, el director Zubin Metha, el genial violinista Isaac Stern, el Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger y el actor Gregory Peck. Más tarde se une nuestro Plácido Domingo. Amazing!
Parodias musicales clásicas europeas
A este lado del charco hemos tenido también grandes divulgadores humorísticos de la música clásica, parodistas. El dúo Igudesman & Joo son un claro ejemplo, en este caso euroasiático, y de ellos podíamos citar numerosos espectáculos que han siguen actualmente girando por todo el mundo y en los que a menudo incluyen y colaboran con grandes estrellas de la música clásica, como en el número “Dónde está el mando a distancia” con el violinista Gidon Kremer. Las primeras de estas actuaciones resultaban mucho más frescas y espontáneas que los últimos trabajos.
En esa línea también ronda los escenarios europeos un holandés de aspecto un tanto rudo, pero cuyos trabajos son tan curiosos como los anteriores, Hans Liberg. Este es menos conocido, y es difícil encontrar vídeos suyos con traducciones al castellano, pero como quiera que el lenguaje universal de la música llega sin necesidad de traducción, sus interpretaciones son suficientes para disfrutar del valor de la parodia.
No podemos abandonar esta lista sin mencionar al mucho más conocido actor británico Rowan Atkinson, aunque hay que superar el rechazo por su desagradable aspecto intencionadamente e inteligentemente dramatizado.
Y el Goya es para…
Hablando de parodias musicales, en España hemos tenido tradición incluso en un género patrio en el que se trabaja particularmente la comedia como lo es la Zarzuela. Pero antes de concluir dejo varias referencias nacionales equiparables a las anteriores.
Un parodista actual, el divertidísimo José Manuel Zapata, con su “Concierto para Zapata y Orquesta” que según reza en su web es un “Showcierto” festivo, divertido y gamberro en el que parodia los “clichés” de la música clásica. O el espectáculo “Pagagnini” que protagonizó el violinista armenio-libanés Ara Malikian con la compañía teatral Yllana.
Cierro este círculo con un musicómico de los ochenta que rondaba por los locales de Madrid con una orquestina más curiosa que él mismo y que hacía las delicias del público con estilo cabaretístico madrileño: Rudy Amstrong, el virtuoso de las trompetas de juguete de plástico y cuyo nombre artístico, según confesaba él, era un homenaje a todos los trompetistas del mundo, desde el más sublime Amstrong al más hortera Rudy Ventura.
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El sobrenombre define bien a Santiago Martínez Arias. Como cualquier personaje de extraña biografía profesional es difícil seguir su pista vital. Tiene altos estudios musicales internacionales y ello se evidencia rápidamente en su conversación. Inevitablemente también se comprueba que es experto en seguridad y defensa y doctor en relaciones internacionales, jefe de prensa editorial, profesor universitario, además de tener un pasado, lejano ya, como corresponsal de ‘El Independiente’ en Europa oriental. Más parece que sea un agente, y aunque su pasado pianístico fuera glorioso, sólo quedan los restos del naufragio. Ha representado a Stingray CLASSICA. [/author_info] [/author]