Hoy nos ponemos en pie dentro de la serie sobre películas cincuentópicas. Llega a nuestro portal La guerra de las galaxias (en su original Star Wars), un filme estrenado en 1977 que cambió la historia del cine y también nuestra forma de ver la gran pantalla.
¿Por dónde empezar? Porque todo es mítico en La guerra de las galaxias (lo que luego se ha rebautizado como Star Wars: episodio cuarto): sus por entonces jovencísimos protagonistas (Carrie Fisher, Mark Hamill y Harrison Ford); secundarios de acreditada profesionalidad como Alex Guinness o Peter Cushing; el malo malísimo Darth Vader; el fiel Chewbacca y los singulares robots R2D2 y C3PO…
Pero lo que de verdad nos alucinó fue el tema de los efectos especiales. Jamás habíamos visto algo igual: naves que surcaban el espacio y realizaban acrobacias peligrosas; persecuciones vertiginosas a lo largo de planetas y galaxias; personajes estrambóticos que se comportaban conforme a su particular apariencia externa; naves interespaciales de aspecto tan sofisticado como inquietante…
Y entre medias de todo, acción y más acción vertiginosa, con una historia que podía concebirse como puro divertimento pero que también admitía una lectura más profunda (del estilo de una epopeya griega pero ambientada en el futuro con el héroe que pierde a su familia y que inicia un viaje vital en busca de sus orígenes). Y la formidable banda sonora de John Williams.
Bajo la dirección de un por entonces poco conocido George Lucas, La guerra de las galaxias desbordó todas las expectativas suscitadas. No sólo se convirtió en la película más vista y taquillera de todos los tiempos sino que marcó una tendencia a la hora de producir y distribuir filmes que prácticamente ha llegado hasta la época actual.
Son tantos los momentos históricos que los cincuentópicos pudimos ver gracias a La guerra de las galaxias que resulta muy complicado centrarnos en uno. Pero ahí va el comienzo, con banda sonora incluida.
Hasta el momento forman parte de la serie películas cincuentópicas las siguientes entradas:
Tiburón
Alien el octavo pasajero
«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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