Pablo García Fernández

Nace en Madrid en 1940. Mediados los años cincuenta comienza a estudiar dibujo artístico y modelado en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de la calle de La Palma en Madrid donde, algunos años después realiza, también, la carrera de Decorador, actividad a la que se dedica profesionalmente durante toda su vida laboral. Estudia delineación industrial en la Escuela Técnica Elyte, aprende perspectiva y técnicas de acuarela, tempera, plumilla y otras en el taller de D. Mariano Espinosa y hace varios cursos de ilustración artística y por ordenador. Escribe, ilustra y edita sus propias obras o colabora en diversas publicaciones con textos e ilustraciones y practica el cuadernismo con apasionada asiduidad. Ha realizado algunas incursiones en el mundo de los Libros de Artista y tan enamorado de la naturaleza como apasionado por las posibilidades de la acuarela, lleva varios años pintando toda clase de motivos, que ha expuesto en diversas salas colectiva e individualmente.

Escucha la entrevista a Pablo García Fernández realizada en el programa núm 24 del podcast De Sentido Común

La exposición.

Las imágenes que acompañan a estas notas son las de dos de mis muchos Cuadernos de Viaje. Cuadernismo, esa actividad hoy tan de moda y que, al mismo tiempo, es una de las más antiguas formas de expresión y comunicación del mundo – recordemos a los exploradores viajeros, a los grandes artistas o a los científicos de toda la historia que mostraban sus descubrimientos a través de increíbles dibujos en sus Cuadernos de Campo – una actividad que fue imprescindible hasta la aparición de la fotografía (hace apenas 150 años) en que la frase de La publicidad de Kodak “Usted aprieta el botón y nosotros hacemos el resto” nos cambió el concepto de la imagen.

Y lo hizo para mal.

Cuando sacas una instantánea y la positivas o la ves en alguno de los múltiples reproductores, la utilizas como elemento de recuerdo o de vista de conjunto y puesto que, literalmente, fotografía es “dibujar la luz” apenas te fijas en los detalles. Sin embargo, cuando con un cuaderno en tus manos quieres definir aquello que ves, cada línea, cada volumen, cada color te obliga a observar hasta el mínimo detalle de medida, de forma, de proporción y de luz o sombra, además de añadir, sin que tu voluntad intervenga en ello, tu estado de ánimo y nivel de satisfacción o tensión por lo que, lo que esos trazos reflejen – al margen de su calidad técnica – será, para ti y para cuantos lo vean, mucho más real e interesante que cualquier fotografía.

Puedo garantizaros que esto es una realidad y que en un momento como en el que nos encontramos actualmente – bajo la amenaza del “putovirus” – esa realidad alcanza un significado muy especial que se traduce, al menos en algunos, en una sana e irresistible adicción salvadora.

La mayor parte de los “adictos”, ante los múltiples confinamientos, hemos disfrutado volviendo a lo cercano, en mi caso a la zona de Colmenar Viejo y su entorno, en la Comunidad de Madrid y lo que inicialmente nos sonó a monotonía – supongo que como en cualquier otra zona – se convirtió en el descubrimiento de rincones maravillosos no conocidos por nosotros, pese a la cercanía. Pero no solo los paisajes desde la zona de la Ermita de Los Remedios o las vistas del Embalsa de Santillana, los rincones en los recorridos de la Dehesa de Navalvillar y los increíbles molinos y puentes.

lo largo del curso del Rio Manzanares, sino también el acercamiento a elementos anecdóticos. lo largo del curso del Rio Manzanares, sino también el acercamiento a elementos anecdóticos.

¿Cómo no hacer algún comentario jocoso ante la imagen de la prisión de Soto el Real?… ¿Cómo no sonreír cuando las hojas de tu cuaderno bailan al son que le marcan las – preocupantemente cercanas – aspas de un helicóptero de la Base de San Pedro?… ¿Cómo no recordar las caras y gestos de los colmenareños reunidos alrededor de la mesa de “¿La Taba” el 30 de noviembre, San Andrés, o el 13 de diciembre, Santa Lucía únicos días en los que se produce este esperado y disfrutado evento?

Y aquí estamos, atrapados por esta afición tan gratificadora que nos permite, con palabras de Paul Éluard, sentir que “Hay un orgullo legítimo en decir, esto lo he hecho yo”, con vuestro permiso… ¡Vuelvo a mis cuadernos!

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