Continuamos recorriendo los lugares de la ruta de Santa Teresa: hoy nos detendremos en Salamanca. Santa Teresa llegó a Salamanca en el año 1570, donde crea su séptima fundación.
Salamanca fue declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1988 y la Ciudad Europea de la Cultura celebrada en el 2002. Hasta llegar a la Salamanca del siglo XXI, partimos de un asentamiento en el cerro de San Vicente sobre el río Tormes hace unos 2.700 años, durante la Primera Edad del Hierro. Desde mediados del siglo IV a C. ya se puede hablar de la antigua ciudad celtibérica de Salmantica, época de la que procede el famoso Toro del Puente testigo del paso de vacceos y vettones. Hasta Salamanca llegó Aníbal Barca con sus 40 elefantes a los que sucedieron los romanos que la convirtieron en un enclave estratégico en la Vía de la Plata así como un puente romano sobre el río Tormes.
La repoblación medieval fue llevada a cabo por Raimundo de Borgoña, yerno del rey Alfonso VI, quien contribuyó a remediar la decadencia en la que se había sumido la villa. La restauración de la sede episcopal trajo consigo la construcción de la catedral románica, la reconstrucción de la antigua muralla y su posterior ampliación, los Estudios Generales (germen de la nueva Universidad), así como una importante comunidad judía.
Superado el convulso periodo de los siglos XIV y XV Salamanca emprendió el camino hacia la ciudad española renacentista más importante de la época gracias a la actividad económica, en parte originada por la Mesta. La Universidad y el Plateresco fueron reflejo de la fiebre urbanística que trajo la prosperidad. El Siglo de Oro nutrió el espectro salmantino con escritores, músicos, filosóficos y humanistas tan universales como Francisco de Vitoria, fray Luis de León, Francisco de Salinas, Miguel de Cervantes, san Juan de La Cruz, Luis de Góngora, Mateo Alemán, Vicente Espinel, Francisco de Quevedo, Calderón de la Barca, Lope de Vega y nuestra protagonista, Santa Teresa. La crisis del Barroco, la Guerra de la Independencia o el ensimismamiento de siglo XIX y buena parte del XX, la han conducido hasta la espléndida ciudad que es ahora.
Santa Teresa en Salamanca
La presencia de Santa Teresa en Salamanca se concentra entre 1570 y 1575. Llega a Salamanca para hacer su Séptima Fundación el 31 de octubre de 1.570. Se acomoda en la Casa de Santa Teresa, en la calle Crespo Rascón, edificio de la familia Ovalle, que le ha buscado un familiar (Juan de Ovalle, casado con su hermana pequeña, Juana). Aquí pasan la «noche de ánimas» – noche de «los miedos»-. con todas las campanas de Salamanca «doblando a muerto». Aquí se enfrentó a sus miedos («me parecía recia cosa y … comencé a haber miedo») y aquí se inspiró para escribir el Vivo sin vivir en mí. También se dice que fue aquí donde la santa experimentó el éxtasis del Domingo de Resurrección en 1571. Se conserva la celda que ocupó la Santa convertida en capilla. El que fuera convento carmelitano durante cuatro años, desde 1.881 pertenece a las Siervas de San José.
La Casa de Santa Teresa se convierte en el punto de partida de un recorrido que incluye otros tres conventos: Santa María de las Dueñas, Convento de Santa Clara y el de las Úrsulas.
Convento de Santa María de las Dueñas, palacio fundado en 1419 y posteriormente donado para convertirlo en convento de las religiosas de la orden de santo Domingo. Destaca el bellísimo claustro del edificio que alberga la vida de vida de retiro y paz interior de las monjas dominicas.
Convento de Santa Clara. En el siglo XIII las monjas de Santa Clara, pertenecientes a la orden franciscana, convirtieron la originaria ermita y casas colindantes en monasterio. Seguidamente se construyó la iglesia y el convento, aún hoy habitado por las monjas que viven en régimen de clausura.
Convento de las Úrsulas, fundado a mediados del siglo XV por Don Alfonso de Fonseca. Desde 1992 está habitado por hermanas de la orden de Santa Clara en régimen de clausura. En la parte del coro de la iglesia se instala el museo del convento en el que destaca el bellísimo artesonado de estilo italianizante y mudéjar y las tablas de Juan de Borgoña (siglo XVI), que formaban el hoy desmontado altar mayor y que representan diversas etapas de la vida religiosa de Santa Úrsula.
Otros lugares teresianos que podríamos visitar son los siguientes:
La Universidad Pontificia. Fueron los jesuitas quienes animaron a Teresa a visitar Salamanca, ciudad universitaria, y a iniciar aquí una nueva fundación. Ellos le encargaron la redacción del Libro de las Fundaciones. “Ahora estando en Salamanca, año de mil y quinientos y setenta y tres, que son once años después, confesándome con un padre rector de la Compañía, llamado el maestro Ripalda, habiendo visto este libro de la primera fundación, le pareció sería servicio de nuestro Señor que escribiese de otros siete monasterios que después acá, por la bondad de nuestro Señor, se han fundado, junto con el principio de los monasterios de los padres Descalzos de esta primera Orden, y así me lo ha mandado.” Prólogo de Las Fundaciones.
La Universidad de Salamanca. En 1922, siendo vicerrector Don Miguel de Unamuno, la Universidad le concedió el título de Doctora Honoris Causa de la Universidad. El primer reconocimiento otorgado por la Universidad a una mujer por su calidad literaria, su espiritualidad y los valores reformistas. Unamuno abiertamente reconocía el carácter excelso y representativo de los escritos y del alma de santa Teresa, cuando escribía en sus ensayos Sobre la filosofía española y Del sentimiento trágico de la vida: «Otros pueblos nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas. Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura».
La Catedral de Salamanca. Del conjunto de las capillas de la iglesia nueva de la Catedral de Salamanca, destaca la dedicada a Santa Teresa de Jesús.
El Convento de San Esteban. Los padres dominicos prestaron ayuda a Santa Teresa de Jesús durante su estancia en Salamanca, prueba de esta vinculación es el confesionario al que acudía en busca de consejo. Este confesionario puede visitarse en el interior del convento.
La Plaza Mayor podemos contemplar el medallón dedicado a su figura, situado en el Pabellón de Petrineros. Junto a su imagen, están los medallones de Fray Luis de León o Miguel de Unamuno.
De manera excepcional, el programa Las Llaves de la Ciudad descubrirá a los visitantes 13 lugares teresianos de la ciudad como conventos de clausura, casas históricas, un palacio y espacios culturales. Las Llaves de la ciudad te permitirá descubrir espacios y lugares que normalmente están cerrados al público a través de visitas guiadas por los propios habitantes de los conventos, palacios… o por expertos. Son gratuitas y se realizan durante los meses de noviembre y diciembre. La entrada es libre, pero hace falta recoger una invitación para visitar cada sitio en Monumenta Salmanticae, además junto al folleto promocional se recibe un díptico del que se podrá «recortar» una Llave especial como recuerdo de esta nueva edición.
Los 13 sitios incluyen cuatro de los enumerados anteriormente: la Casa de Santa Teresa y los conventos de San Esteban, las Úrsulas y las Claras; a ellos hay que unir el palacio de Monterrey, la Biblioteca de la Universidad, la Casa Museo Unamuno, el Cielo de Salamanca, la Filmoteca Regional, el Monumenta Salmanticae, el Cerro de San Vicente, Santo Tomás Cantuariense y la Fundación Vicente Rodríguez Fabrés.
Tiempo de manjares
Después de un recorrido imbuido de espiritualidad, no estará de más asomarnos a la oferta gastronómica de Salamanca . El 27 de enero se presentó la denominación Salamanca para comérsela. Los 15 restaurantes participantes fueron El Alquimista, Casa Paca, La Cocina de Toño, El Corrillo, Don Fadrique, Don Mauro, Doze, Lilicook Gastrobar, Lis, El Mesón de Gonzalo, Montero Casa de Comidas, Pucela, Las Tapas de Gonzalo, La Tentazión, Vida & Comida.
Los productos de la tierra como los ibéricos, las legumbres de calidad, las carnes o el queso, han inspirado a los restauradores salmantinos que han elaborado una carta compuesta por platos como: burritos de oreja, hamburguesa de bacalao, chanfaina o guinda de trucha del Tormes. Y no podían faltar ni el hornazo ni el farinato. ¡Ánimo!
Como nos hemos limitado a los lugares teresianos, haremos un recorrido general «a vista de pájaro» con el capítulo que el programa homónimo de RTVE le dedicó a Salamanca.