Vicente Gaos Hay un reguero dulce y encendido
Vicente Gaos, Hay un reguero dulce y encendido
«Hay un reguero dulce y encendido
de sol sobre los álamos dorados.
Y, a lo lejos, los montes ya nevados
encalman el paisaje atardecido.
Si ahora tuviera el corazón dormido,
los ríos de la sangre no encrespados,
y ojos para mirar enamorados
los chopos dónde aún tiembla el sol huido…
Si ahora como esa luna ser pudiera
que boga virginal, tan lentamente,
tan alma pura en el azul… Si fuera
un álamo, una luna, un dios luciente…
Más sólo soy un hombre en la ladera,
un hombre sólo, apasionadamente».
«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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