La serie de entradas que desde Cincuentopía dedicamos al ámbito de la zarzuela recibe en esta ocasión una de las más reconocidas y populares: El huésped del sevillano. Vamos a tratar de explicar los motivos de tamaña notoriedad.
Con música de Jacinto Guerrero y libreto de Juan Ignacio Luca de Tena y Enrique Reoyo, El huésped del sevillano es una zarzuela en dos actos que narra las andanzas de Juan Luis (un joven pintor), Raquel (hija del espadero) y el malvado conde don Diego, entre otros personajes de variado pelaje.
Raptos, afrentas contra el honor, amores y desamores, venganzas y hasta el ilustre Miguel de Cervantes van pasando por la zarzuela para deleite de los espectadores. Tras muchos dimes y diretes, todo acaba bien.
A diferencia de lo que ocurre con otras zarzuelas, El huésped del sevillano fue un éxito rotundo desde sus inicios. De hecho su estreno en el teatro Apolo de Madrid a finales de 1926 fue glosado por los periódicos de la época, quienes destacaron el acierto y mérito de la obra.
Acaso por ello hoy en día algunas de sus canciones forman parte del imaginario popular de la actual generación de cincuentópicos. ¿Qué podemos decir que no se haya dicho o escrito ya de la romanza Canto a la espada? Casi mejor que la veamos, la oigamos y disfrutemos con ella (se trata de una versión cantada por el tenor Alberto Núñez). «Fiel espada triunfadora que ahora brillas en mis manos…»
Para aquellos seguidores de Cincuentopía que se hayan quedado con ganas de más, les ofrecemos este enlace con la versión completa de El huésped del sevillano.
Las entradas publicadas hasta este momento en Cincuentopía referidas al mundo de la zarzuela son las siguientes:
[author] [author_image timthumb=’on’]https://cincuentopia.com/wp-content/uploads/2015/06/logo-google-.jpg[/author_image] [author_info]Cincuentopía«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
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