La serie que Cincuentopía dedica al mundo de la zarzuela se enriquece con una obra como La del manojo de rosas. Sin duda una excelente composición.
Estructurada en dos actos, La del manojo de rosas se estrenó en el teatro Fuencarral de Madrid en noviembre de 1934, logrando una notable recepción por parte de público y crítica. La música es de Pablo Sorozábal y sus libretistas son Francisco Ramos Castro y Anselmo Cuadrado Carreño.
La zarzuela discurre en Madrid, en la ficticia plaza de Delquevenga donde se concentran una floristería, un taller y un bar. La obra centra su atención en el enamoramiento del mecánico Joaquín y la florista Ascensión que no es aceptado por el padre de la novia, don Daniel, que pretende que contraiga matrimonio con el aviador Ricardo. Asimismo forman parte de la trama Clarita, manicura y muchacha progresista de los años 30, su novio Capó, que trabaja de aprendiz en el taller mecánico, y un camarero muy particular llamado Espasa. Todo se complica cuando Don Pedro un nuevo rico, y su mujer Doña Mariana revelan ante Ricardo y Ascensión que son los padres de Joaquín, siendo él un hombre de clase social diferente de Ascensión.
Vayamos con un destacado momento de la zarzuela que corresponde a la escena final del primer acto.
Los seguidores de Cincuentopía que deseen ver La del manojo de rosas en su totalidad pueden hacerlo a través de este enlace correspondiente a la versión del Teatro Lírico Andaluz.
Forman parte de la serie que Cincuentopía dedica a la zarzuela las siguientes entradas:
- La tabernera del puerto
- Doña Francisquita
- La Verbena de la Paloma
- El huésped del sevillano
- La revoltosa
- Los gavilanes
- La leyenda del beso
- El barberillo de Lavapiés
- La rosa del azafrán
- La canción del olvido
- Luisa Fernanda
- El caserío
- La Gran Vía
- Agua, azucarillos y aguardiente
- Bohemios
- La corte del faraón
- Gigantes y cabezudos
- El baile de Luis Alonso
«Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce».
[/author_info] [/author]